viernes, 29 de abril de 2016

‘Philosophiæ naturalis principia mathematica’. Presentación (2)

Ma non sorpasso, porque en el desarrollo de esta historia influye mucho la personalidad del señor Isaac Newton. Ya les he escrito algo de él.

Por ejemplo que era un hombre receloso y desconfiado. Pensaba que algunos de sus colegas se aprovecharían de sus descubrimientos sobre la mecánica del Universo si los llegaban a conocer. De modo que lo mejor era que no los conocieran.

Y para ello nada como no divulgarlos. Ya saben lo que se dice: si quieres que tu secreto esté guardado, guárdalo tú mismo.

Sin embargo su amigo el astrónomo, matemático y físico inglés Edmund Halley (1656-1742) no pensaba igual que él, con respecto al destino de sus descubrimientos. Por suerte para todos lo persuadió de que estaba equivocado. Era el principio del Principia.

Principio del Principia
Su primer paso fue convencerle para que desarrollara el resumen que el mismo Newton, le había hecho llegar en octubre de 1684, De Motu Corporum en Gyrum o “Sobre el movimiento de los cuerpos en órbita”, de su teoría de la gravitación universal.

La razón no era otra que, si bien en dicho trabajo enunciaba los teoremas físicos fundamentales para el mismo, no llegaba a demostrar matemáticamente ninguno. Y Newton, consciente de esa limitación, aceptó el reto del desarrollo. La máquina se ponía en marcha.

En la primavera de 1685 había determinado ya la explicación de las atracciones entre masas y completado por ende, la ley de gravitación universal. El primero de los libros. Y en el verano de ese mismo año terminaba el segundo libro de la terna que compondrían el Principia.

Es entonces cuando Halley da su segundo paso. Y le propone presentar el trabajo en el seno de la Royal Society, institución de la que él era miembro. No le cabía la menor duda de que la sociedad, nada más conocerlo, lo apadrinaría y editaría, cargando ella con los gastos. Un detalle a tener en cuenta y verán por qué.

Halley era conocedor de la proverbial tacañería de Newton, y sabía que este detalle ahorrador sería de su agrado. De modo que pensó que al contárselo, vencería su desconfianza y recelo a mostrar sus descubrimientos al mundo. Como así fue.

Acertó de pleno. El propio Newton da fe de lo que les cuento, en las primeras páginas de su obra.

Y fue Halley quien presentó en la Royal Society un primer bosquejo de las ideas de Newton, por medio de un breve informe de nueve (9) páginas. La máquina se ponía en marcha, pero no demasiado rápida.

Allegro ma non troppo
Y es que, desde que el asunto empezó, habían transcurrido casi dos años. De acuerdo, es tiempo. Pero según para qué. Y el traían entre mano, no era un asunto menor, ni una cuestión baladí.

Estamos nada menos que ante el nacimiento de la gravitación universal y la dinámica, buena parte de lo que se considera la mecánica newtoniana que, como es sabido, no en vano es uno de los dos pilares de la física clásica, junto con el electromagnetismo del físico británico J. C. Maxwell (1831-1879).

Se trataba de una cosa seria, y las cosas serias requieren de su tiempo. (Continuará)


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