De esta forma me interpelaba un lector en una de las entradas dedicadas a la Verónica, hace unos días de esto. Lo que en aquel momento resultaba ser de lo más oportuno, dadas las fechas.
Pues bien, ha pasado el tiempo y aquí están las respuestas, o una de ellas. Hoy la de la segunda de las preguntas.
Salvada en estos predios la diferencia entre falsa reliquia, icono y reliquia, paso a contestar a las preguntas que más bien me parecen una especie de emboscado tiro artillero, además, por elevación.
Perdonen el símil militar pero soy oficial de Artillería Antiaérea y algo sé de lo que digo.
Pero como, naturalmente, sé que mi escribidor dispara con salvas y, además, lo supongo fuego amigo, veré si logro hacer puntería en sus preguntas con los perdigones de mis respuestas.
Ahí van.
Desde el punto de vista de la ciencia, no hay ninguna necesidad de negar su existencia. Pero vamos, ni la suya ni la de casi nada ¿Cuántos imposibles existen?
Así que no voy a decir de entrada que sea imposible que exista una reliquia. Nada más lejos de mi intención. Aunque voy a matizar ese no decir.
Lo que quiero decir es que, en realidad, existen muy bajas probabilidades de que así sea. Hablo por tanto no de total imposibilidad, pero sí de alta, muy alta, improbabilidad.
Lo dejo aquí pero creo que tendremos que retomar el tema de las reliquias en otro momento.
Y cuando lo hagamos habrá que hacerlo tanto con las del Nacimiento, Vida, Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, como con las vinculadas al cuerpo de una persona santa o a parte de él.
Y por supuesto con los ropajes y objetos que pudieran haber pertenecido a Jesús o a un santo en cuestión o haber estado en contacto con ellos.
Eso sí, siempre que se trate de una reliquia. O sea de un objeto original y no reproducido con posterioridad por el hombre. Es tan fácil a veces confundir los deseos con la realidad.
En fin. Qué trabajos nos manda el Señor.
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