O alergia a los tatuajes. Que es un subtítulo para esta entrada que bien podría llevar.
Lo que tiene ante sus ojos es el tatuaje realizado sobre el brazo de una chica joven y en el que se han formado unas desagradables ampollas.
Es como suele reaccionar la piel al contacto con la henna negra cuando ésta, por contener colorantes no adecuados y añadidos para conseguir el color negro, produce efectos secundarios como alergias, quemaduras y hasta cáncer.
Y es que la henna negra, como seguro saben los introducidos en este mundo del tatuaje, no existe.
La tal henna se hace con la hoja seca y el pecíolo triturado de la planta Lawsonia inermis y es un tinte natural de color rojizo que se emplea para el cabello y en ciertas técnicas de coloración de la piel.
Cuando se emplea en los tatuajes, y debido a la demanda del color negro, se le añade un coloran te, la p-fenilenodiamina, PPD (C6H8N2). Se trata de una toxina transdermal que penetra la piel y viaja a través de la corriente sanguínea, con unos efectos secundarios no deseados y nada deseables.
No solo nos produce alergia, quema y ulcera la piel sino que además se deposita en el hígado, haciéndola potencialmente cancerígena.
Ojo con la tinta del tatuaje.
¡Ah! Ésta es otra de las imágenes mandadas a los Wellcome Image Awards, que ya saben reconoce a las mejores que muestren el quehacer científico.
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