(Continuación) Se cree que la gran mayoría de meteoritos proceden del cinturón de asteroides, aunque también han sido identificados algunos provenientes de la Luna y de Marte.
Es probable incluso, que un pequeño grupo proceda de cometas que en algún momento estuvieron empapados de agua, H2O.
En cualquier caso, unos objetos muy interesantes los meteoritos para las ciencias del espacio, pues son una fuente extraordinaria de información sobre nuestro sistema solar.
En concreto el de hoy, el tal CI1Alais, está clasificado hoy día como una condrita carbonácea o condrita C, caracterizada por contener agua, compuestos de carbono incluidos aminoácidos y minerales que han reaccionado con el medio acuoso.
Y ya lo sabe, el Alais es el primer meteorito carbonoso conocido por la ciencia, y razón de su presencia aquí.
Su conocimiento aportó claves importantes para comprender el origen y la edad del Sistema Solar, la síntesis de compuestos orgánicos, el origen de la vida o la presencia de agua en la Tierra.
Es decir que supuso un avance importante de la ciencia, además, en muy poco tiempo.
En muy poco tiempo digo porque, visto con perspectiva, en realidad habían transcurrido poco más de treinta años, desde que el Padre de la Química Moderna, Antoine Laurent Lavoisier, uno de los grandes de la ciencia dijera lo que dijo.
Nada menos que aquello de: “Es imposible que caigan piedras del cielo, porque en el cielo no hay piedras”. Un dicho que ya se puede imaginar trajo cola. Una tan larga al menos como la de los cometas.
Es un decir, claro.
Tan firme y errada aseveración la dejó caer el francés en 1772, como presidente de una comisión de científicos mandada por la Academia Francesa, para que investigara una piedra.
Una que los lugareños afirmaban había caído del cielo, en la localidad francesa de Lucé.
Sin embargo Lavoisier y la comisión de expertos, tras someterla a pruebas físicas y análisis químicos, concluyeron que no. Que se trataba de una piedra terráquea erosionada por los agentes atmosféricos.
No podía haber caído del cielo porque basta con mirar hacia arriba, para ver que no hay piedras en el cielo. Sin embargo...
El sucedido de Lavoisier es un buen ejemplo de cómo a veces avanza la ciencia. Muchas de ellas consisten más en destruir errores, que en descubrir verdades.
¿Podría escribir sobre lo de Lavoisier y el meteorito?
ResponderEliminarMe gusta como cuenta las cosas, tiene rigor científico pero se entiende y resulta amena su lectura.