jueves, 18 de febrero de 2016

LIGO. Proyecto espacial

Para empezar ha costado cerca de mil millones de euros (977 300 500 €) o sea algo más de mil millones de dólares (1 100 000 $). Que ya de por sí no es poco, pero a lo que hay que sumar otros montantes.

Por ejemplo en el hallazgo espacial están implicados más de mil (1000) científicos, de casi un centenar (90) de universidades e institutos de investigación, de quince (15) países de todo el mundo.

Y por supuesto el anuncio por parte del equipo de físicos del otro día, el de la observación directa de las ondas gravitacionales, es sólo el tramo final del proyecto, por ahora.

Por otra parte, este ambicioso objetivo fue establecido hace ya cinco (5) décadas. Echando cuentas, es poco antes de que el hombre pusiera por primera vez su pie en la Luna. Lo que no está nada mal.

Les hablo del proyecto de investigación espacial LIGO, uno de los experimentos más grandes en los que la agencia estadounidense National Science Foundation (NSF) haya intervenido jamás, y del que más arriba les he dado algunas cifras.

Ondas gravitacionales
Aunque volveremos sobre las ondas gravitatorias, de ésta, la primera de todas las observadas, adelantarles que su señal tiene adjudicado el código de identificación GW150914, en el que GW es el acrónimo de onda gravitacional en inglés (gravitational wave) y los números representan año, mes y día de su descubrimiento.

Sí, me he dado cuenta.

Los años cuentan con tan solo dos (2) dígitos, y un siglo pasa volando ¿Podemos estar ante un nuevo problema informático semejante al Efecto 2000? Confiemos en que, como entonces, tendrá solución.

En lo que concierne a las ondas, parece haber consenso sobre la idea científica de que su existencia es compatible con las predicciones, que la TRG einsteniense realizó para la atracción y fusión de un par de agujeros negros y el consiguiente resultado final.

Y por lo observado ese 14 de septiembre de 2015 y comunicado el 11 de febrero de 2016, por científicos de LIGO, Virgo y GEO600, esas ondas gravitacionales se produjeron en la fusión de dos agujeros negros (un sistema binario), situado a unos cuatrocientos diez megaparsec (410 Mpc ) de la Tierra.

Un lugar del espacio astronómicamente lejos. Como no se puede ni imaginar.

Por los medios de comunicación sabrán también que nada más saberse la noticia, la Universidad Hebrea de Jerusalén ha mostrado los documentos originales que custodia, y en los que desarrolla la teoría de gravitación.

Por decirlo de alguna forma, esos papeles son las ondas gravitacionales de Einstein escritas de su puño y letra hace ahora cien años, mismamente cuando su existencia ha sido confirmada de manera directa.

De manera directa porque de su existencia ya teníamos pruebas indirectas desde el siglo pasado. De ellas la primera, o así me consta al menos, fue el descubrimiento de un púlsar binario.


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