lunes, 1 de febrero de 2016

Baird, ‘padre’ de la televisión

Como tal está considerado John Logie Baird, nacido el 14 de agosto de 1888 en Helensburgh, costa oeste de Escocia, y el más pequeño de cuatro (4) hermanos, hijos de un reverendo escocés.

Un niño que desde sus primeros años ya mostró un vívido interés por la tecnología y la ciencia. Y al que su curiosidad, inquietud y perseverancia le hicieron ser la primera persona en conseguir una retransmisión de televisión.

Ésa que tuvo lugar el 26 de enero de 1926 y que le convierte en ‘padre’ de este invento. Uno del que nadie duda revolucionó, no solo la manera de comunicarnos, sino a la misma sociedad y su concepto de cultura.

Es evidente que con el invento de la televisión, hace ahora noventa (90) años, cambió la forma en la que veíamos el mundo. Y digo cambiar en sentido literal. Es lo que tiene el progreso, que no para de llegar, pero que no por ello todos ven como un avance.

Qué distintos somos los humanos.

Nada más escribir lo anterior, se me ha venido a la memoria la conocida e irónica cita grouchiana: “Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro”.

Lo que tiene su aquel si pensamos que en la década de los años 50 del siglo pasado, el genial comediante presentó un programa de televisión llamado: Apueste su vida. Pues eso.

En lo que respecta a Baird y setenta (70) años después de su muerte (estamos de doble aniversario en este año del señor de 2016), por sus aportaciones en el desarrollo tecnológico de la televisión, nuestro hombre está considerado y reconocido como uno de los diez (10) científicos escoceses más grandes de la historia.

En mi opinión junto con el médico Alexander Fleming (1881-1955), el físico James Clerk Maxwell (1831-1879) y el inventor Alexander Graham Bell (1847-1942), forman un cuarteto insuperable.

Pero como en todo lo importante que hacemos los humanos, su historia siempre empieza antes de lo que marca la fecha oficial que se da o acepta como pistoletazo de salida. Y la de la televisión no podía ser menos. Toda historia tiene su intrahistoria.

Y de ésta vamos a desvelar algunos detalles de un par de sus antecedentes científicos más notables, pero que quizás apenas les suenen: el pantelégrafo de Caselli y el disco de Nipkow.

¿Les suenan? Empecemos por el primero.

Pantelégrafo de Caselli y primer patrocinador
Es poco recordado el hecho de que uno de los protopilares de la televisión los puso el físico y sacerdote italiano Giovanni Casselli (1815-1891) cuando, en 1862, inventó el pantelégrafo.

Un dispositivo con el que gracias a una generosa subvención de Napoleón III (1808-1873), tres años después, el ya abad piamontés lograba enviar una imagen desde París hasta Lyon.

Porque han de saber que el tal pantelégrafo, venía a ser como un abuelo del fax, una especie de telégrafo capaz de transmitir textos e imágenes fijas.

Todo un prodigio en la técnica de transmisión para la época, haciendo uso de la electricidad, que no tuvo por desgracia continuidad. Les supongo al tanto de la conocida derrota en Sedán del patrocinador y su posterior exilio.

Y comprenderán que se cortara el patrocinio económico.

Pero quede dicho. Uno, que Napoléon III fue el primer patrocinador de la televisión, eso sí en el desarrollo de uno de sus predecesores, el pantelégrafo. En puridad predecesor de la máquina de fax.

Y dos, que la primera máquina de fax del mundo, que funcionó en la práctica fue puesta en uso por el abad Caselli. Con la iglesia hemos topado de nuevo.


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