martes, 5 de enero de 2016

Artabán, el Rey Mago solitario

(Continuación) Sus colegas se habían marchado y un sirviente le entrega una nota que le han dejado: “Te hemos estado esperando mucho tiempo y no podemos dilatar más nuestro viaje. Sigue nuestra senda por el desierto y que la estrella te guíe”.

Ya se pueden imaginar su desesperación. Tendrá que continuar el resto del viaje en solitario.

Pero animado por su fe y los conocimientos de los cielos que tenía, dicen que era el más inteligente y brillante de todos los sabios, nuestro cuarto Rey Mago montó de nuevo en su cabalgadura, y marchó todo lo raudo y veloz que pudo tras los pasos de sus compañeros.


Camino de Belén
Tanto forzó la marcha y tan poco descanso le dio a su caballo, que lo terminó reventando. Entonces, con la vista siempre en la resplandeciente y silente estrella, prosiguió el camino a pie entre tormentas de arena.

Unas polvaredas que ya habían borrado las huellas de la comitiva de Melchor, Gaspar y Baltasar. Pero él no extravió el rumbo, gracias al insomne resplandor estelar.

Mientras, los otros magos que habrían tardado cuatro o cinco semanas en llegar a Jerusalén, descansaban unos días esperando audiencia con el rey Herodes I, el Grande.

Fue entonces, en la espera, cuando vieron a la estrella hacia el sur, al amanecer. Estaba parada sobre Belén (Judea), a unos diez kilómetros (10 km) de donde ellos estaban.

Y aunque algunos conocedores de estos asuntos dicen que fue en la madrugada de 6 de enero, no faltan quienes apuestan porque fue unos meses más tarde, de unos cuantos años antes.

Por darles datos digamos que fue “en torno al 21 de marzo del año 5 antes de Cristo”. Una cuestión de calendarios.

En la entrevista real, según la Biblia, Herodes les rogó a los Reyes Magos que averiguaran el sitio preciso del nacimiento del Mesías con el fin de poder, de poder..., bueno ya saben qué quería el malevo gobernante.

El caso es que los magos encontraron al Niño, lo adoraron y le obsequiaron con oro, incienso y mirra y, cumplida su misión, partieron de Belén, de vuelta a sus reinos, sin tener noticia alguna de Artabán.

Artabán en Belén
Que pasado no mucho tiempo llegó a Belén, andrajoso y famélico

Y para su sorpresa se entera no sólo que el Niño ya había nacido, sino que sus compañeros habían partido. Ya les adelanté que nunca se llegaron a ver los cuatro Reyes Magos.

Pero lo malo es que tampoco pudo ver al recién nacido. Jesús, junto a sus padres María y José, había huido rumbo a Egipto, escapando de la matanza que había ordenado el legendario Herodes. Que es con lo que sí se topa.

Ni del niño ni de los magos encuentra señal alguna. En su lugar se da de bruces con la crueldad desatada de Herodes, que ha ordenado el exterminio, una auténtica carnicería de los varones recién nacidos.

Y es que, como todo el mundo sabe, temeroso por los augurios, los mandó asesinar en una matanza de inocentes que tiñó de sangre las casas y las calles de Belén.

Se trata de un episodio hagiográfico del cristianismo, que conmemoramos el 28 de diciembre, Día de los Santos Inocentes.

Pues a lo que estamos, es en una de las sangrientas escenas que se ve obligado a presenciar, cuando Artabán se desprende del segundo de sus tesoros, el espectacular rubí de Sirtes.



1 comentario:

  1. un seguidor del blog10 de enero de 2016, 9:51

    Comiendo con mi familia el dia de Reyes, surgió la pregunta: ¿Es cierto que si tapamos la botella de champán con una cuchariilla no pierde presión? Yo creo que es una leyenda urbana. me gustaría que escribiera al respecto de forma sencilla.

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