¿Y? Es un impuesto como tantos otros, pensará usted y no anda falto de razón.
No. Pero es que este impuesto, por una serie de circunstancias que no vienen al caso, ha llamado mi atención. Y lo ha hecho por distintos motivos, de diferentes naturalezas. Entiéndanse: histórica, económica, literaria, científica, etcétera. Veamos.
Historia: Guerra e instauración
Uno de ellos está relacionado con quienes estaban obligados a pagarlo. Por si no han caído en el detalle, los reinos mencionados fueron, mismamente, los que perdieron en la Guerra de Sucesión Española. Un conflicto de alcance internacional que tuvo su origen en la muerte sin descendencia de Carlos II de España “el Hechizado” (1661-1700), último representante de la Casa de Habsburgo, y que entre otras consecuencias, trajo la instauración de la Casa de Borbón en el trono de España.
Sucedió en 1701 y vino de la mano de Felipe de Borbón, duque de Anjou, quien reinó como Felipe V de España (1683-1746) y que sería conocido, no sin cierta ironía, como Felipe V “el Animoso”.
Después de él, primer rey de la casa de Borbón en España, no volvería a reinar otro Felipe, hasta el actual Felipe VI (1968). Para que después digan que las coincidencias no existen.
No, no me hagan caso. Estas cosas pasan.
En lo que respecta a la contienda sucesoria, y como suele suceder en situaciones así, en el suelo patrio se formaron dos bandos: los borbónicos, que tuvieron su principal apoyo en la Corona de Castilla, y los austracistas, mayoritarios en la Corona de Aragón.
Ya saben quiénes la perdieron, por lo que no les aburro y, a efectos de fechas, recuerden que duró desde 1701 hasta la firma del tratado de Utrecht en 1713. Por eso el impuesto les cayó a quienes les cayó, un par de años después.
Estas cosas entre hombres, siempre funcionan así y también pasan.
No obstante, en puridad, hay que decir que tal situación no se eternizó ya que en 1731 se instauró una cuota fija.
Y volviendo al impuesto tabaquil, me han llamado la atención dos detalles relativos a las unidades de medida, que en la Real Cédula aparecen: una monetaria, el maravedí; la otra másica, la libra.
Ciencia: maravedí y vellón
Por el DRAE, que saben siempre tengo cerca, sé que el maravedí fue una moneda española, utilizada entre los siglos XII y XIX, de carácter efectivo o imaginario, y que a lo largo de los siglos tuvo distintos valores y diferentes denominaciones.Por ejemplo durante el siglo XIII, y en los reinos de Asturias, León y Castilla, existieron el maravedí de oro, moneda acuñada en metal oro (Au), y el maravedí burgalés, moneda de vellón.
Vellón, entendido en este caso y desde el punto de vista químico, como una aleación o mezcla homogénea de metales, en este caso plata (Ag) y cobre (Cu), al cincuenta por ciento (50 %).
Ya han venido a Enroque de Ciencia tanto el tabaco como las aleaciones, que seguro le suenan por formar parte de nuestras vidas.
Entre otras se encuentran (por orden alfabético): acero, acero inoxidable, alpaca, bronce, constantán, cuproníquel, latón, oro blanco, plata de ley, etcétera. (Continuará)
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