Y al frente de su desarrollo como producto está una empresa española, Kibo Studios, que como es lógico tiene planificado sus objetivos.
A corto plazo la empresa adelanta que el oPhone se podrá comercializar ya en 2016 y que su precio rondará los ciento cincuenta euros (150 €).
A medio y largo plazo pronostica un enorme desarrollo de aplicaciones y servicios de lo más interesante, a partir de este invento.
Habla de películas que se podrían proyectar con diferentes olores, según las escenas. O de libros que transmitan los aromas de lo que leemos en ellos.
También de empresas de perfumes que se anunciarán, haciendo llegar sus esencias de forma directa al cliente. O de otras aplicaciones relacionadas con el mundo de la alimentación. En fin.
Ya veremos lo que nos dice el futuro, y lo que de avance real tiene el anunciado y prometedor progreso del proyecto.
Un futuro que por otra parte la ciencia, en cierto sentido, le da base justificativa. Y es que existe una ciencia de los sentidos.
La ciencia de los sentidos
Por un trabajo publicado hace un tiempo en la Universidad de Rockefeller de Nueva York, sabemos algunas cosas sobre los sentidos y el recuerdo.Y así, al parecer, los humanos recordamos: el uno por ciento (1 %) de lo que tocamos, el dos por ciento (2 %) de lo que oímos, el cinco por ciento (5 %) de lo que vemos, el quince por ciento (15 %) de lo que probamos y el treinta y cinco (35 %) de lo que olemos.
Luego lo que olemos lo recordamos siete (7) veces más que lo que vemos y más del doble (2) de lo que probamos.
Lo que nos lleva a una paradoja comercial.
A una paradoja comercial y a un contrasentido económico porque el ochenta y cinco por ciento (85 %) de los esfuerzos y recursos de mercadotecnia y publicidad (televisión, vídeo, cine, prensa escrita y online, etcétera) están encaminados de forma casi exclusiva a la vista.
¡A la vista!, cuando sólo recordamos un cinco por ciento (5 %) de lo que vemos. Me lo explican.
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