A ciencia cierta no se sabe si lo habían previsto o no, pero el caso es que el público allí presente mostró más interés por las imágenes en blanco y negro pero móviles, que por las primeras fotografías en color pero, al fin y al cabo, imágenes estáticas. Estas cosas pasan.
Y lo que vino a continuación, a veces, también.
En los meses siguientes -durante la primavera, verano y otoño de 1895- los hermanos presentaron el invento allí donde le dejaron: fotógrafos profesionales y aficionados, científicos e instituciones de todo tipo, entre ellas la misma Universidad de la Sorbona.
La conclusión a la que llegaron se les mostró clara. Era todo un invento y había que rentabilizarlo de alguna manera. Aunque no todos pensaban igual. Ni siquiera, al principio, los mismos Lumiere.
Acerca de la Salida de la fábrica...
Por la documentación existente parece ser que en la primera versión de esta película los trabajadores, en su mayoría mujeres, abandonan la fábrica a pie de forma apresurada y al final se ve salir un carruaje tirado por un caballo.Pero tras ésta vinieron otras.
Y así Louis solicitó a los obreros que fueran un domingo después de misa a repetir la misma escena. Hasta donde he podido averiguar existen dos cintas más en la que se pueden ver a los operarios-actores con sus ropas de domingo, en vez de las de faena.
Y todo eso lo hicieron ellos solos ayudados por sus familiares, amigos y trabajadores como figurantes.
Pero el extraordinario y repentino éxito los desbordó y había que renovar los programas a marchas forzadas, grabando nuevas películas. Entonces contrataron operadores para la realización y la proyección de las películas.
Eran los momentos de duda sobre el futuro de este espectáculo de los que les hablaba más arriba. Les refiero tres detalles anecdóticos sobre ellos. Se cuenta que cuando Louis contrató a uno de sus operadores, le advirtió:
- El empleo que le ofrezco no tiene demasiado futuro. Puede durar seis meses, un año, acaso menos…
Era más o menos el mismo pensamiento y actitud que adoptó Antoine, el padre, cuando un prestidigitador cuyo nombre tal vez les suene, un tal Georges Méliès (menudo nexo ha aparecido), entusiasmado por el poder hipnótico de las proyecciones del cinematógrafo, le pidió que le cediese la exclusiva. Su respuesta fue:
- Usted cree que si nos unimos podemos hacernos millonarios ¡Qué gran error! Nuestro invento será la ruina de todos aquellos que quieran explotarlo comercialmente. Es una curiosidad científica y nada más. No tiene ningún porvenir.
Qué me dicen.
Por último, es probable que haya leído la conocida frase del otro hermano, August, quien llegó a decir: "Mi invento no es para venderlo. Puede ser explotado durante algún tiempo como curiosidad; aparte de eso, no tiene ningún futuro comercial".
En fin. Errare humanum est. Todo el mundo se puede equivocar, hasta los que inventaron el cinematógrafo.
Y quien esté exento de error que arroje el primer invento.
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