No. Ellos tienen otra mecánica aduanera.
Semejante a la hora de exigir las mismas pruebas de laboratorio que Europa, no puede ser de otra forma, pero con una diferencia en la normativa legal. Ésta no está destinada al atasco burocrático comercial sino a poner en circulación, y cuanto antes, un producto del que se ha demostrado su seguridad alimentaria.
De esta forma no son pocos los cultivos con variedades transgénicas que se han realizado hasta la fecha. Un número que cada temporada aumenta, tanto en los cultivos como en las variedades de cada cultivo.
Y con ellos la resolución de problemas concretos de diferente índole como: la resistencia a insectos, enfermedades y ambientes adversos, o la obtención de productos industriales.
Una maravilla como pueden leer, y seguro alcanzan a comprender, pero que, estas cosas pasan, no está a disposición de los europeos. No, a ellos les está vetado. O mejor dicho, lo está sui generis.
Marcando diferencias
Dado que buena parte de los transgénicos, en Europa, se destinan para alimento humano y pienso del ganado, pero no se pueden aprobar aquí sus cultivos, se ha buscado una solución para su consecución. Si no podemos producir el pienso no transgénico necesario, y la legislación vigente no aprueba el cultivo de las variedades transgénicas que ya están comercializadas en otros países, la salida que han encontrado es cuando menos esperpéntica.
Pues no es otra que la de permitir la importación de productos transgénicos para pienso y alimentación, pero no su cultivo. Y eso que casi el cien por cien (100%) de los piensos para animales contiene transgénicos.
¿Cómo lo ven?
¿Les he hablado del mundo de la beocia? Pues éste de los transgénicos europeo es un magnífico ejemplo. Resulta que podemos comerlos pero no cultivarlos ¿Me lo explica?
No cabe la menor duda que ciertas actitudes humanas, conllevan buena carga de absurdas incongruencias y penosas contrapartidas. Lo que es malo ya de por sí. Lo peor es que, además, hay que sufrirlas.
Intentando compensar
Hace tan solo unos meses, en el pasado mes de abril, y tras año y medio de parón total tuvimos algo de movimiento comercial transgénico. Algo digo porque se aprobó la importación de diecisiete (17) variedades de maíz, soja, colza, algodón y dos de clavel, pero eso sí, sólo la importación no el cultivo. Bueno, en honor a la verdad, hay dos renovaciones de sendas variedades de maíz. Lo dejo ahí.
Y eso que todas ellas, todas, habían superado los controles científicos de seguridad de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria, EFSA (European Food Safety Authority). Exámenes que demostraban su seguridad alimentaria, así como que cumplían todas las normas de etiquetado y trazabilidad, antes de su puesta en el mercado europeo.
Lo dicho, importar mas no cultivar, sin motivo ni razón. Por lo que me itero, ¿puede alguien explicarme dónde radica la lógica de la decisión? Una decisión que algunos de ustedes, ya habrán caído en la cuenta, afecta también a las manzanas bellas y las patatas sanas ¿Las recuerda?
¿No? Pues no se preocupe porque, de ser así, es de lo más comprensible.
Les empecé a escribir sobre las manzanas y patatas transgénicas allá por el pasado y abrileño mes. Ha llovido desde entonces, no es poca el/la calor que ha hecho y, como se suele decir, lo que te rondaré morena.
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