Es lo que se conoce como un error paradójico.
De modo qué, si queremos escribir el año en el que Albert Einstein publicó la Teoría de la Relatividad General (TRG) -por poner un ejemplo científico y del que, sí, cumplimos el primer centenario-, podemos hacerlo poniendo 1915 A. D. o bien 1915 d. C.
O lo que es lo mismo, en el año del Señor de 1915 o en el 1915 d. C.
¡Ay de mi latín!
Porque el latín es importante
La queja exclamativa viene porque el latín es importante. Y además está omnipresente en nuestra cultura romana.Me viene a la mente unas imágenes de hace unos meses, en las que el rey Felipe VI está hablando con la princesa Leonor y su hermana, la infanta Sofía, a propósito de la entrega del Premio Carlomagno al presidente del Parlamento Europeo.
Les está contando que Carlos I “el Grande”, más conocido como Carlomagno (del latín Carolus Magnus), fue rey de los francos alrededor del año 800. Es entonces cuando la heredera al trono español le responde, a modo de guiño humorístico y sabihondo: “¿Antes de Cristo?”.
El Rey no le aclara la pregunta, o al menos no aparece en las imágenes, pero naturalmente la respuesta es negativa, fue después de Cristo. O sea, en el año del Señor de 810 o en el 810 d. C.
Por cierto, una aclaración más con relación al uso de esta abreviatura. Lo dicho con anterioridad es para cuando lo escribimos en español.
Aclarando que es gerundio
Porque si lo hacemos en latín ha de tener en cuenta que lo correcto es colocar la abreviatura A. D. antes del año, es decir A. D. 2015, que se lee “Anno Dómini dos mil quince’ y se traduce ‘en el año del Señor de 2015’. En el caso de que utilicemos el castellano y la expresión d. C. (después de Cristo), la abreviatura se coloca tras el año; es decir 2015 d. C. y se lee “2015 después de Cristo”.
Digo esto porque no es infrecuente encontrar A. D. después del año, o sea 2015 A. D., léase “dos mil quince anno Dómini” y lo que es peor, traducido absurdamente como ‘2015 en el año del Señor’.
Lo que estará conmigo, carece de cualquier significado lógico, salvo el de explicar la ignorancia supina de quien lo utiliza.
Una ignorancia de la que para salir, no nos podemos dejar en el tintero otros significados asociados, de alguna forma, a la abreviatura AC/DC. Y eso que no son pocos los que hemos sacado. Se los resumo.
Resumen
Tenemos el análisis que hicimos de las posibles razones por las que Angus Young se nos viste de colegial para actuar. Y el debate acerca de los orígenes del curioso nombre del grupo. Sin dejarnos atrás las puntualizaciones sobre algunos de sus significados, las relaciones que establecimos con: unos fósiles de artrópodos, una calle del madrileño Leganés, un elemento y un grupo funcional químicos e, incluso, con un indicador calendario.
Es decir que con AC/DC como vehículo hemos recorrido diferentes campos de conocimiento, pasando de la paleontología a la nomenclatura callejera, y de la química a la cronometría.
Lo que de un lado está muy bien por necesario, pero de otro no lo está tanto, por insuficiente.
Y es que a este paño científico-musical, le quedan un par de pespuntes por dar.
Adenda
¿Qué vínculo existe entre AC/DC y los científicos NikolaTesla y Thomas Alva Edison? ¿Qué fue eso de las guerras de las corrientes?Y en otro orden de asuntos: ¿Qué extraña historia relaciona al grupo musical, con la silla eléctrica y un reyezuelo africano?
Serán preguntas en busca de respuestas hasta la semana que viene.
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