(Continuación) Es como el cuento de la buena pipa, seguro que lo recuerdan:
- ¿Quieres que te cuento el cuento de la buna pipa? - Sí.
- Yo no digo ni que sí ni que no. Sino que si quieres que te cuente el cuento de la buena pipa - No.
- Yo no digo ni que no ni que sí. Sino que si quieres que te cuente el cuento de la buena pipa - Sí.
- Yo no digo...
Y todo y sólo por el mero hecho de pertenecer al género femenino.
Era la de la titulación una atribución universitaria, otra más, derivada del atributo masculino. Unas circunstancias que a ojos vista, perjudicaron, en general, la participación de la mujer en el desarrollo y divulgación de las ciencias.
A veces, el cambio no siempre es agradable. Y lo que es casi peor, parece eternizarse.
El veto al acceso universitario duró, casi, hasta inicios del siglo pasado que se dice pronto. Por poner unos ejemplos: en Rusia, Estados Unidos y Francia alrededor de 1868; en Austria en 1899 y en Prusia en 1999.
Hay ideas que nos anclan.
Claro que siempre hay gente que discrepa, como la poetisa renacentista Louise Labé, (1524-1566):
“Y si una de nosotras osa pasarse de la raya, hasta el punto de expresar sus pensamientos por escrito, dejad que lo haga con orgullo y no le impidáis que alcance la “gloria” que se merece. Infinitamente mayor a aquella que se ganó a fuerza de collares, anillos y moda elegante.
Por todo ello nos pertenecen, sólo porque nos hemos aprovechado de ellos, pero el honor que verdaderamente nos pertenecerá será el que obtengamos a través del estudio”.
A pesar de todos los inconvenientes sociales, masculinos como puede imaginar, desde las postrimerías de la Baja Edad Media, y muy lentamente, la actividad científica de la mujer empezó a ampliarse.
Para empezar ya no se limita al cada vez más restringido campo de la medicina. Ellas empiezan a hacerse ver en otros campos de conocimiento, como matemáticas, geología, química, astronomía, botánica y ciencias naturales.
Son las “damas de las ciencias”. Y se atreven con todo.
Aunque el mundo del hombre está lleno de dificultades para ellas, estas mujeres están resueltas a meterse de lleno en él. A ponerse a trabajar en sus problemas. Hay ideas que nos elevan.
Una de estas mujeres fue Marie Le Jars de Gournay (1565-1645). Una Hacedora de la Ciencia.
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