Lo que tiene ante sus ojos es la isla japonesa de Nishinoshima, ubicada en el Océano Pacífico a unos mil kilómetros (1000 km) al sur de Tokio, y cuyo tamaño se ha multiplicado por doce (12) tras la erupción volcánica registrada el 20 de noviembre de 2013.
Un aumento de superficie, que se espera continue en los próximos meses, dado que no cesa el flujo de magma submarino.
En realidad, en esa explosión volcánica de 2013 lo que se generó al sureste de Nishinoshima fue una nueva masa de tierra, una pequeña ínsula a la que de forma provisional se llamó Niijima o Shinto, que viene a significar en japonés algo así como 'Isla nueva'.
Vamos que no se calentaron mucho la cabeza.
Y el caso es que hicieron bien porque, con posterioridad, la nueva isla se expandió tanto, que terminó uniéndose a Nishinoshima, conformando una sola, por lo que no hubo que bautizarla.
Como ya saben la isla, que está deshabitada, no ha dejado de expandir su superficie, gracias a nuevas erupciones y flujos de magma.
Una maravilla de la Naturaleza, cuya estructura que no es estática sino dinámica. Dinámica, por mucho que se empeñen algunos.
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