miércoles, 8 de julio de 2015

Segundo intercalar y despreocupación humana

(Continuación) ¿Significa entonces que debemos despreocuparnos de esta ralentización planetaria y de la consiguiente sincronización de nuestros relojes? ¡Ah!, pues a fuer de parecerles temerario, mucho me temo que tengo la misma respuesta para las dos preguntas: Sí y sí.

Aunque este segundo afirmativo, necesita de matizaciones.

Nada que hacer con la ralentización del planeta...
De la primera, la ralentización planetaria, la respuesta a la preocupada pregunta es , porque nada se puede hacer por evitarla. Ya les he hablado de algunas de las causas que la producen.

Las mareas oceánicas, que impulsadas en sentido opuesto al giro de la Tierra, ejercen fricción contra ella y alargan los días, a medio y largo plazo. Cuantitativamente, se trata de la causa de mayor valor, y a la que debemos unir la dinámica del núcleo planetario.



Porque bajo nuestros pies hay un mundo en continuo movimiento. Y las torsiones, las fuerzas electromagnéticas, la convección del manto terrestre y el movimiento de las placas tectónicas, también hacen variar la rotación terráquea.

Y sin olvidarnos que los movimiento de las aguas continentales y la redistribución de la masa de la Tierra firme, hacen variar la intensidad del campo gravitatorio y con él, el movimiento de giro del planeta.

Movimiento sobre el que también influye el distanciamiento de los planetas, debido a que la interacción de carácter atractivo y naturaleza gravitatoria disminuye.

Un distanciamiento que puede ser mayor de forma singular, ya que en ese momento se encuentren en un punto más alejado de sus órbitas. O porque, de forma general, a medio y largo plazo los cuerpos celestes se están alejando.

En cualquier caso se trata de un factor que influye en la velocidad a la que gira la Tierra, ralentizándola.

Y en toda esta plétora de fenómenos geofísicos, como comprenderá, el hombre no tiene nada que hacer. Somos demasiados insignificantes frente al Universo.

Por cierto estos fenómenos, vistos en su conjunto de forma temporal, ralentizan el giro del planeta, pero también lo pueden acelerar de manera singular. Trato de decirles que cada movimiento completo de rotación difiere del anterior y del siguiente. Y puede durar un poco más o un poco menos.

De hecho, el único año en el que el día tuvo veinticuatro horas (24 h) exactas, con sus ochenta y seis mil cuatrocientos segundos (86 4000 s) fue hace casi tres siglos, en 1820.

No. La basada en la rotación de la Tierra, no es una escala uniforme o regular.

O dicho de otra forma. El Sistema Solar en general y la Tierra en particular, que hemos utilizado durante mucho tiempo y aún lo hacemos, para marcar la hora, es un mal reloj, un reloj inestable.

Y mientras un segundo atómico de la escala UTC dura siempre lo mismo, un segundo astronómico de Greenwich no lo dura, pues depende de distintos factores como hemos visto.

...Y casi nada con la sincronización de nuestros relojes
Y del segundo afirmativo, el de respuesta a la sincronización de nuestros relojes, casi que también debemos despreocuparnos.

No porque no podamos hacer algo al respecto, sino porque ya lo hacen científicos y políticos por nosotros. Les recuerdo los diferentes ajustes que en el mundo ha habido, tanto en horarios como en calendarios (años bisiestos).

Ajustes como el del segundo intercalar. Una práctica que cuenta con países defensores como Japón y Reino Unido, que la consideran esencial para mantener el vínculo entre la medición del tiempo y el ciclo natural del Sol.

Lo de Japón he de confesarles que se me escapa, pero lo de los ingleses no. No porque es esperable por comprensible. No en vano anda detrás, el asunto del meridiano de Greenwich y el orgullo británico.

Una cuestión sobre la que el ROA de San Fernando, tendría algo que decir. Ya se sabe, ¡Pérfida Albión! (Continuará)



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