lunes, 20 de julio de 2015

¿Por qué el sol oscurece la piel, pero aclara el pelo?

Se trata de una pregunta que parece contener una paradoja. Si la radiación solar que recibimos es la misma, ¿cómo es que una se oscurece y el otro se aclara? No parece que tenga mucho sentido.

No, dicho así, en principio no lo parece. De modo que vayamos con tiento, y empecemos por lo obvio. Obvio porque nos lo dice la misma sabiduría popular: si nos exponemos al Sol nos ponemos morenos.

El Sol oscurece nuestra piel. Radiación ultravioleta
Y de todas las radiaciones electromagnéticas que conforman eso que llamamos luz, en concreto lo hacen las ultravioletas (UV).

Un conjunto de radiaciones que se encuentran en una zona del espectro, cuya longitud de onda (λ) está comprendida, aproximadamente, entre los cuatrocientos nanómetros (400 nm o 4·10-7 m) y los quince (15 nm o 1,5·10-8 m).

Un valor relativamente bajo que implica, por la Teoría Ondulatoria, que su frecuencia (f) sea alta, dado que se trata de una propagación uniforme de energía, es decir de velocidad constante.

De modo que conforme sea menor la longitud de onda (λ) de una radiación, mayor será su frecuencia (f).

De ahí deriva precisamente su nombre ultravioleta, la que está más allá del violeta. La última radiación (color) y de mayor valor de frecuencia de las que corresponden a la región visible o luz visible del espectro electromagnético.

Una radiación cuyo valor energético, como el de todas viene dada por la Teoría Cuántica de Planck, que nos dice que es directamente proporcional a su frecuencia.

Así que ésta es la relación entre las magnitudes: conforme menor sea la longitud de onda, mayor será la frecuencia y más energía contendrá la radiación.

En el caso que nos ocupa, la ultravioleta, se trata de una radiación invisible al ojo humano, pero que podemos detectar por el sentido del tacto, a través del órgano llamado piel (el mayor órgano de un animal de todos los que tiene).

En nuestro caso puede medir unos dos metros cuadrados (2 m2), un dato a tener en cuenta. La radiación solar puede llegar a producir diferentes efectos en nuestra salud, incluso, resultar dañina para los seres vivos que se encuentren expuestas a ella.

Tipos de radiaciones UV
Recordemos que desde el punto de vista científico la radiación ultravioleta procedente del Sol, se puede clasificar, de forma breve, en tres tipos.

Ordenados de mayor a menor longitud de onda o, lo que es lo mismo, de menor a mayor poder energético, es decir, de menor a mayor poder nocivo o dañino son: UV-A, las menos perjudiciales, UV-B y UV-C, las más dañinas.

Recordemos también que la capa de ozono O3 (g) de la estratosfera, junto al oxígeno O2 (g) atmosférico, son los agentes terráqueos responsables de la completa absorción de las perjudiciales radiaciones UV-C y, de la mayor parte de las, también perjudiciales, radiaciones UV-B.

Un paso en la evolución geológica del planeta, este filtro, que resulta de lo más conveniente para nosotros y otros seres vivos, y que se completa con la melanina. Un segundo filtro, éste biológico, que resguarda nuestro ADN celular de posibles alteraciones o mutaciones, dañinas e irreversibles, causadas por dicha radiación.

El Sol oscurece nuestra piel. Melanina y melanocitos
Entre otros animales, el hombre se defiende de los ultravioletas (UV) portando en la superficie de la piel un pigmento de color negro o pardo oscuro, de nombre melanina, principal y primario motivo de la coloración de nuestra piel, pelo u ojos (eumelanina).

Un pigmento que es producido por un tipo de células común a los vertebrados, de nombre melanocitos, que tienen la capacidad de segregarla y cuya principal misión es producirla en mayor cantidad, como defensa si es necesario. (Continuará)



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