miércoles, 3 de junio de 2015

¿Qué son las patatas innatas?

Es el otro producto maldito para Europa. Un alimento transgénico de sano aspecto del que, por ahora, no podremos disfrutar en Europa.

Su historia científica, burocrática y comercial, a un lado y otro del Atlántico, es muy parecida a la de la manzana ártica, aunque tiene su singularidad sanitaria, que la hace más interesante.

Parecida historia científica digo porque, como las manzanas de Okanagan, la reducción de la acción oxidante de las enzimas evita, por ejemplo, ese feo aspecto que presentan estos tubérculos cuando sufren magulladuras durante el transporte.

Pero con singularidad sanitaria añado, porque el tratamiento biotecnológico implica además unas modificaciones metabólicas que reducen su cantidad de acrilamida, C3H5NO, que como ya les adelanté es un compuesto tóxico y cancerígeno que se forma cuando se fríen las patatas convencionales.

Por lo que he leído, la tal acrilamida, es una sustancia que se forma en los alimentos cocinados a altas temperaturas, pues es entonces cuando se producen las condiciones necesarias para que reaccionen diferentes azúcares y aminoácidos.

De los primeros, azúcares reductores como la fructosa o la glucosa y, de los segundos, un aminoácido en concreto, la asparagina, C4H8N2O3.

Un feo asunto de salud que lleva diez (10) o quince (15) años preocupando a los reguladores sanitarios de los países occidentales, y trae en jaque a distintos equipos investigadores. Un problema que parece haber encontrado solución en lo transgénico. Al menos en Estados Unidos.

Desarrollo estadounidense de la patata innata
Desarrollada por la compañía estadounidense J.R. Simplot de Idaho, estará disponible hasta en seis (6) variedades de papas (Ranger Russet, Russet Burbank, Atlantic, etcétera) y su modificación genética no sólo reduce los niveles de las enzimas polifenol-oxidasas.

Además, en su caso, la alteración que experimenta hace que estas papas produzcan menor cantidad de la tal acrilamida, sustancia que se forma cuando cocemos el tubérculo a altas temperaturas o lo freímos, y del que estudios realizados sobre roedores demuestran que es cancerígena.

Además, de ella, la Organización Mundial de la Salud (OMS) no tiene muy buena opinión. Considera que pertenece a ese grupo de productos químicos que no poseen un umbral identificable, a partir del cual presentan efectos nocivos.

Lo que en principio no es malo ya que se traduce en una pequeña máxima: una baja concentración conlleva un bajo riesgo. Pero claro sin olvidar que siempre existe el riesgo de toxicidad si se ingiere. O sea que no es malo, pero tampoco bueno.

En definitiva que lo mejor es reducirla al máximo, que es lo que hacen las papas innatas.

Evaluación estadounidense de la patata innata
Y de su evaluación y aprobación, tanto por la FDA como por el Departamento de Agricultura, podemos decir exactamente lo mismo que de la manzana dijimos, por lo que no me itero y les ahorro su lectura aquí.

Pero claro eso es en el Nuevo Mundo. Aquí, en el viejo continente, soplan otros vientos y es otra la historia. Mientras que en los Estados Unidos, a estas nuevas variedades transgénicas se las declaran aptas para el consumo humano, en Europa, por ahora y durante un tiempo, se les da la espalda.

Una postura, para algunos, incomprensible y cuyas razones, en cualquier caso, hay que pedirlas al maestro armero. En este caso maestros armeros, pues hablamos de gerifaltes europeos, grupos ecologistas y asociaciones de consumidores occidentales.

A ellos por su sorprendente e ignorante rechazo a los alimentos transgénicos por un lado, y sus más que sorprendentes e ignaros argumentos ambientales y de salud pública por otro. Dicho esto en opinión de algunos.

¿Qué pasa en Europa con los transgénicos?



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