E=m·c2, en una vidriera de iglesia

No es la primera vez que se unen en este negro sobre blanco, lo que en apariencia son dos instituciones irreconciliables, cuando no excluyentes, Iglesia y Ciencia. Y más en particular, vitral y fórmula física.

Una especie de contradicción para algunos, pero que si se piensa detenidamente, no tiene porqué serlo. O sí. Que tampoco es que quede muy claro el asunto cuando se piensa. Pero a lo que vamos, que no es de esto de lo que quiero hablarles hoy, sino de la otra vidriera científica.

Porque hasta donde me consta hay dos. La anterior se encuentra en los Estados Unidos, pues forma parte de la Grace Cathedral de San Francisco, California. Mientras que ésta se encuentra en Church of the Holy Spirit en Heidelberg, Alemania.

Pero a pesar de la distancia que las separa, están unidas por un nexo invisible. Comparten motivo ornamental: la fórmula más conocida y reconocida que ha dado la inteligencia humana: E = m· c².

Y junto a la ecuación de esta poco atractiva y oscura vidriera, que se encuentra en la esquina suroeste de la iglesia alemana, podemos ver algunos datos más. Uno de ellos son unos dígitos, en la esquina inferior derecha (conforme se mira) de la misma.

6.8.1945

Según John D. Cook, por su formato, los números podrían ser en realidad una fecha. En concreto aquella en la que se detonó una bomba nuclear sobre la ciudad japonesa de Hiroshima.

Una bomba de fisión de U-235, que ni siquiera se llegó probar en Los Álamos, ya que se tenía la total seguridad de que “funcionaría”.

Un artefacto que fue bautizado como Little Boy, “pequeño muchacho”, toda una ironía si consideramos que liberó una energía equivalente a quince mil toneladas (15 000 t) de TNT. Nunca se había visto nada igual.

Se estima que se destruyeron más de seis mil (6000) edificios, un sesenta por ciento (60%) de la ciudad, y que pudieron morir alrededor de ciento cincuenta mil (150 000) personas.

Pero junto a fórmula y fecha, también aparecen en la vidriera unos textos.

2 Pedro 3:10 e Isaías 54:10

En realidad unas citas bíblicas que parecen corresponder a 2 Pedro 3:10 e Isaías 54:10, referentes a la creencia, la destrucción y el cataclismo. Una combinación recurrente por efectista, en asunto de la fe.

Así que puede que tenga razón el señor Cook y su interpretación del vitral ¿Por qué no? Nunca está de más un recordatorio de la capacidad destructora del ser humano, en esta ocasión de la mano de la energía nuclear.

Por cierto. Este verano se cumple el setenta (70) aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial, un final precipitado por el persuasivo carácter destructivo de esta energía.

(¡Mire eso! ¡Mire eso! ¿Dios mío, qué hemos hecho?).