Y es en dicho grupo escultórico donde, hace ya varios meses, se empezó a observar un enrojecimiento de su piedra. Un fenómeno al que el Ayuntamiento no sólo pareció no prestar atención, sino que no le puso remedio y, dio la callada por respuesta, cuando se le inquirió por él.
Una cuestión preocupante pues se trata de un conjunto que se restauró hace bien poco, en 2008, y basta pasarse por allí para observar que el deterioro no sólo va a más, sino que el color anaranjado se ha extendido a la parte baja de las farolas aledañas y a los troncos de los árboles próximos.
Un fenómeno que, apoco que lo pensemos nos lleva a una catarata de pertinentes y curiosas preguntas, de las que les dejo una manita.
- ¿Cuál es la causa? ¿Cómo es que afecta por igual a la piedra de la escultura, el metal de las farolas y la materia orgánica de los árboles?
- ¿Ante qué extraña y desconocida fuerza de la naturaleza nos estamos enfrentando?
- ¿Se trata quizás de la venganza de oscuros entes o fantasmas urbanísticos, por haber cambiado la escultura tantas veces de sitio a lo largo de su historia?
- ¿O quizás estamos ante una maldición que ha caído sobre la ciudad, por nuestros pecadores pecados, tiñendo de rojo sus monumentos?
En definitiva, ¿se trata de un nuevo, uno más, fenómeno paranormal inexplicado e inexplicable por la ciencia? ¿Es acaso eso?
Yes, I want to believe.
Pues no crea tanto. No es ni lo uno ni lo otro
No es inexplicable porque ningún indicio nos hace pensar, que exista algún fenómeno que no se pueda llegar a explicar, antes o después, desde el punto de vista de las ciencias. Se trata sólo de una cuestión de tiempo. Y tampoco está inexplicado porque, éste en particular, tiene una explicación además a diferentes niveles racionales.
Vaya por delante que no soy experto en el tema pero, es mi opinión, no hay que serlo para comprender que, todo apunta a que así sea, la causa se encuentre en lo que comparten: el agua que reciben durante todo el día, o casi.
La escultura de Los Remedios, de los aspersores que riegan los jardines de la glorieta. Y las fuentes mencionadas y otras más, de sus tuberías internas.
Una compartición a la que hay que unir el casi idéntico color que toman todos los objetos implicados (piedra, farolas, árboles) y que se convierte en, casi, valor de prueba.
Tengo para mí que esa agua que los baña lleva disuelto óxido de hierro, un compuesto químico formado por los elementos hierro (Fe) y oxígeno (O) y del que se conocen hasta dieciséis (16) tipos. Una sustancia procedente, probablemente, de las viejas y férreas tuberías que la conducen.
Ya, pero...
Bien, expuesto así, parece lógica la respuesta apuntada y aceptable por supuesto, hasta que tengamos la pertinente confirmación empírica. Pero estarán conmigo que no es menos lógico, el preguntarse: ¿Por qué ocurre ahora y no ha ocurrido antes? ¿Cuál es la razón científica, si es que se conoce? Vaya por delante que hay respuesta científica al fenómeno y que se conoce. Por lo que no tenemos que recurrir a misteriosos y mistéricos arcanos ocultos para explicarlo.
Se lo adelanto porque antes y con su permiso, me gustaría dar una pincelada a modo de justificación, a una de las preguntas antes planteadas. En concreto, la irónica alusión a una posible venganza de oscuros fantasmas urbanísticos, por haber cambiado la escultura tantas veces de sitio.
Por cierto que este carácter itinerante de algunos monumentos sevillanos, es una fatalidad compartida por no pocos de sus semejantes. (Continuará)
muy bueno lo que escribe de Sevilla relacionándolo con la cienca
ResponderEliminarYa no explica tanta física como antes. echo en falta sus explicaciones sencillas, breves e interesantes. me gustaría que las fuera alternando.
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