O como ir del cine a la ciencia, pasando por el mito pseudocientífico y sin solución de continuidad. Vamos que Arte, Ciencia y Creencia juntas y de la mano. Humanidades de una sola tacada bloguera.
Estarán conmigo que no es mal comienzo para una entrada dominguera. No.
Es probable que haya leído las que, desde primeros de septiembre, he escrito en el blog. O quizás haya escuchado los comentarios que he vertido en diferentes programas de radio, sobre la película y su viabilidad científica.
Entre unas y otros, hasta media docena de entradas tengo editadas, por lo que les remito a ellas.
En esencia, en ellas, les transmito la gran mentira del personaje Lucy y el fraude científico de la película homónima. El ser humano no ha tenido, ni tiene, ni tendrá nunca capacidades telepáticas o telequinéticas.
No parece que vayan por ahí las consecuencias evolutivas de las leyes conocidas de la naturaleza.
Pero lo mejor de todo es que, como alguien dice no falto de humor: ni falta que nos hace tenerlas. Para eso ya tenemos el mando a distancia. Así que nada de superwoman.
Ni por supuesto, tampoco, de esa credulidad según la cual el ser humano sólo usa el diez por ciento (10%) de su cerebro, de su capacidad mental. Una falacia pseudocientífica sobre la que orbita el argumento peliculero.
Un mito que la comunidad científica lleva años desmintiendo.
Del mito del 10% de capacidad cerebral
Un loable empeño en busca de la verdad científica, pero con un escaso resultado a juzgar por la gran aceptación popular de la que sigue gozando esta patraña en la actualidad.No en vano el del 10% es uno de los mitos más conocidos, repetidos y aceptados.
De hecho lo podemos encontrar en anuncios de productos varios, que ofrecen mejorarnos el rendimiento intelectual o personal. Una oferta de lo más tentadora que, además, nos la plantean de una forma que resulta muy atractiva y sugerente.
Porque vienen a decir que si tenemos limitaciones es, sencillamente, porque no sabemos aprovechar todo nuestro potencial. Un aprovechamiento que está a nuestro alcance y un potencial mental que, por lo que dicen, es espectacular.
Y aquí es donde entran en juego ellos, los mercaderes de la ignorancia que, por un módico precio, se ofrecen gentilmente a vendernos su sabiduría. Para que nos desarrollemos plenamente.
Es más o menos lo que los ganchos publicitarios de la película afirmaban: “Solo usamos el 10% de nuestro cerebro. Pero Lucy está a punto de alcanzar el 100%”. Pero eso es cine.
Y éste en particular lo es de ficción, de ficción pura y dura que pretende entretener poniendo en juego la fantasía.
Nada que ver por tanto con la realidad a la que nos enfrentamos cuando, acabada la proyección, salimos a la calle. Fuera comprendemos que lo del 10% es eso. Una de esas cosas que pasan en las películas pero que, por suerte o desgracia, no suceden en la vida real.
En cualquier caso, ya de la que va, conozcamos un poco más en profundidad cuándo, dónde y por qué se originó y sigue propagando el mito de que los seres usamos sólo un 10% de nuestro cerebro.
¿Cuál es el origen del mito del 10 %?
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