Por si anda despistado con la redacción algo críptica del título, les remito a las entradas de hace un mes sobre la Misión Rosetta y, más en concreto, a aquella en la que aparece la expresión 'La parábola de Leonov' y el comentario de un lector del blog, que manifiesta no comprender su significado dentro del artículo.
Un comentario de lo más pertinente porque, lo cierto es que no anda falto de razón. De ahí que tras el paréntesis navideño, pasemos a darle cumplida respuesta. O al menos a intentarlo.
Para ello empezaré informándole algo del tal Leonov.
Aunque convencido estoy que lo sabe, pondré negro sobre blanco que Alekséi Leónov (1934) es un cosmonauta ruso, famoso por ser el protagonista del primer paseo espacial llevado a cabo por un ser humano.
Tuvo lugar el 18 de marzo de 1965, de modo que en un par de meses se cumplirá el cincuenta (50) aniversario del mismo a la vez que, en el pasado mayo, nuestro personaje cumplió los ochenta (80) años de edad.
Dos buenas cifras, por redondas, y una bonita, por próxima, coincidencia temporal.
Pero volviendo al paseo, éste formaba parte de la misión espacial tripulada denominada Voskhod 2, y se inició con la proyección al espacio exterior del cosmonauta, mediante una cámara de aire a presión.
Además, hasta ese momento, todo marchó a la perfección. De modo que, en principio, era todo un éxito el hito cosmonáutico del primer paseo espacial del hombre.
Digo en principio porque, los problemas empezaron a surgir al final del mismo, al regresar a la nave.
Fallos de la Voskhod 2
Para empezar, debido al elevado vacío del espacio y a algunas limitaciones en la presurización del traje, éste se había inflado tanto que el cosmonauta no podía pasar por la puerta de la esclusa y, por tanto, entrar en la nave. La decisión que se tomó fue bajar la presurización del traje. Para ello abrió la válvula que permitía salir parte del aire del interior del traje, reduciendo así su tamaño y posibilitando su entrada dentro de la cápsula.
Una decisión que afortunadamente tuvo el resultado deseado, pero que no estuvo exenta de riesgo para nuestro hombre. En concreto el de sufrir hipoxia o deficiencia de oxígeno en sangre, células y tejidos del organismo, con grave peligro de muerte.
Una deficiencia motivada en este caso por la consiguiente disminución de la presión alveolar de oxígeno Pa(O2) en sangre, hipoxia hipoxémica, fruto de la imprescindible despresurización del traje para poder entrar.
Una decisión que fue delicada de tomar en la teoría, pero que resultó de lo más acertada en la práctica. Así que problema resuelto.
Resuelto ése, pero más arriba les he dicho problemas porque, el del hinchado del traje, no fue el único. Tan solo resultó ser el primero de una serie pues, nuestro cosmonauta, nada más entrar en la nave, tuvo ciertas dificultades con la escotilla que no cerraba.
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