(Continuación) Así que, hasta aquí, y dicho lo dicho por la Real Academia de la Lengua, no se deberían decir “alunizar”, “alunizaje”, “amartizar” y “amartizaje” y mucho menos “acometizar” y “acometizaje”.
Ergo, asunto zanjado pensará usted. Pero...
Sí, siempre hay un pero. Que en esta ocasión lo aporta una ley que, en más de una ocasión, les he referido: la ley de la economía.
Ley de la economía
Una inexorable, básica e ineludible ley física que impera en todo el Universo. Y que consiste en algo muy simple: hay obtener todo lo que es necesario para sobrevivir con el menor de los esfuerzos posibles.
Viene a ser una especie de imperativo cósmico según el cual, ningún sistema animado o inanimado, que aspire a permanecer en el tiempo en nuestro universo, la puede obviar. Hay que hacerlo con el menor costo energético.
Y la lengua, con su afán de comunicar no es una excepción. De modo que su cumplimiento es una cuestión de supervivencia también para ella.
De ahí que, con el paso del tiempo, hayan consolidado palabras de nuevo cuño, relacionadas con nuestro satélite natural y el planeta vecino.
Es evidente que resulta menos costoso en todos los sentidos decir “alunizar” y “amartizar”, que “aterrizar en la Luna” o “aterrizar en Marte”. Y tres cuarto de lo mismo para los sustantivos.
Como ven una sencilla y mera cuestión de economía.
Por eso la RAE, en la vigesimotercera (23ª) y reciente edición de su Diccionario, ha incluido algunas palabras, basadas en nombres propios específicos, y entre ellas, “alunizar” y “amartizar”.
Y lo ha hecho no sólo porque aparecen ya de forma cotidiana en el lenguaje de los hispanoparlantes, sino porque su uso está implantado.
Y todo me hace pensar que en la próxima edición, que seguirá teniendo como objetivos los de enriquecer, modernizar y hacer más coherente al Diccionario, aparecerán las palabras “acometizar” y “acometizaje”, con la acepción de posarse sobre la superficie de un cometa.
Términos que, aunque no acaban de nacer, ya tienen competencia. Hace unos días leí a alguien que utilizó “achurymenquizar” y “achurymenquizaje”.
Recuerden que el cometa lleva por nombre 67P / Churyumov-Gerasimenko, en honor a las astrónomas que lo descubrieron. Está visto que la ciencia no para de avanzar.
No para de avanzar no. Es más. La ciencia avanza que es una barbaridad.
“La ciencia avanza que es una barbaridad”
Una frase que llevo escuchando toda mi vida y de la que muchos podrían pensar, que ha sido acuñada por un importante divulgador o investigador científico en algún sesudo momento de su pensar profesional.Pero va a ser que no. Que no es así.
En realidad esta expresión es una deformación de ‘Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad’ y no procede del mundo científico, sino que se la debemos al mundo del arte. En concreto al de la música y en particular a la letra de una canción de una famosísima zarzuela.
Estas cosas pasan.
Ella es ‘La verbena de la Paloma’, con música de Tomás Bretón y libreto de Ricardo de la Vega, y que fue estrenada en el año 1894, por lo que éste celebramos su 120 aniversario.
Nada más iniciarse la función, y tras el preludio del primer cuadro, aparecen en escena Don Hilarión y Don Sebastián, quienes comentan los avances de las ciencias en general y de la medicina en particular.
DON HILARIÓN – El aceite de ricino, ya no es malo de tomar
DON SEBASTIAN – ¡Pues cómo!
DON HILARION – Se administra en pildoritas, y el efecto es siempre igual, igual, igual
DON SEBASTIÁN – Hoy las ciencias adelantan, que es una barbaridad
DON HILARIÓN – ¡Es una brutalidad!
DON SEBASTIÁN – ¡Es una bestialidad! ¡Es una bestialidad!
No pretendo profundizar, ni por asomo, en conocimientos que me rebasan de largo, pero supongo de un lado, que los protagonistas se refieren, en sentido irónico, a los tratamientos médicos y al efecto catártico del aceite de ricino ¡Qué brebaje!
Y presumo del otro, que la enorme popularidad de esta zarzuela, quizás una de las más representadas de su género, hizo que la expresión “Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad” o “La ciencia avanza que es una barbaridad”, fuese enormemente conocida.
Conocida y pronunciada desde entonces por muchísimas personas, cuando se quiere destacar el enorme progreso que se ha hecho en el campo de la investigación.
Estas cosas pasan también.
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