miércoles, 26 de noviembre de 2014

Serendipia y cometa 67P

Sí, como lo lee, una serendipia que además habla español. Lo que está bien.

Y le decía que es una historia ciertamente curiosa porque, cuando en el verano de 1969 la Churiumov estaba revisando las placas fotográficas que la Guerasimenko había realizado, éstas, en principio, eran supuestamente de otro cometa periódico, el 32P/Comas Sola.

En una primera observación, Churiumov, encontró un objeto cometario cerca del borde de la placa y supuso, lógicamente, que se trataba del cometa descubierto por el astrónomo español José Comas Solá (1868-1937).

Pero exámenes más detallados de estas placas fotográficas, le hicieron darse cuenta de que ese objeto no era el de Comas. En realidad era de un nuevo cuerpo que se encontraba a uno coma ocho grados (1,8 º) de la posición esperada para el cometa del español.

El de éste también estaba ahí, en la placa fotográfica, y además en la posición esperada. Aunque eso sí, con un brillo muy reducido. Una circunstancia lumínica que le hizo pasar desapercibido al principio.

Así que ya ve. El azar o la chamba, hizo que la misión Rosetta deba algo de su éxito también a un español, a José Comas. Un nexo más.

Coincidencias astronómicas
Y ya que va de nexos y celebraciones, aprovecho la entrada para dar algunas pinceladas de coincidencias temporales “redondas”. Expuestas en orden cronológico serían:

1) El 28 de noviembre de 1929, Comas descubrió su cometa, el (1655) Comas Solá. Sí lo sé, es otro nombre, pero ya saben lo que de confuso tiene la denominación de los cuerpos celestes. Además créanme, el nombre no hace al caso.

Por cierto pasado mañana se cumplen ochenta y cinco (85) años, una celebración “redonda”.

Y ya que lo refiero, les diré que el cometa lleva el nombre del astrónomo, con posterioridad a su fallecimiento y a petición del Observatorio Fabra de Barcelona.

Es la institución desde donde realizó su descubrimiento y de la que fue director desde su creación, en 1904. Ciento diez (110) años desde entonces. Una conmemoración más “redonda” aún.

2) Casi cuarenta (40) años después, el 20 de julio de 1969, el astronauta estadounidense Neil Armstrong, ponía sus pies en la superficie lunar. El primer hombre en hacerlo. Se trataba de la misión Apollo 11, que había salido de la Tierra unos pocos días antes, el 16 de julio. Sí, una nueva “redondez”

3) Y en ese mismo año, sólo que unos meses después, el 11 de septiembre, es cuando las ucranianas Churyúmov y Gerasimenko, descubrieron el 67P.

4) Por último, el pasado 12 de noviembre de 2104, cincuenta (50) años después, científicos europeos conseguían depositar a Philae, una sonda- robot, en lo alto del cometa. Han transcurrido desde entonces tan sólo ochenta y cinco (85) años. Ya, lo sé.

Nadie pone en duda que el hombre es un mono muy, muy, listo. De hecho es el más inteligente de los animales, o eso creemos. Claro que también tenemos nuestros momentos de estupidez.

Y estos los tenemos, como especie, en exclusiva. Porque han de saber que la estupidez es una característica, netamente, humana. Trato de decirles que “estupidez humana” es una expresión redundante.

La Misión Rosetta tiene acento español
A pesar de que no todo ha salido bien, ahí está el fallo de dos de los tres arpones de anclaje, a pesar de esto digo, nadie pone en duda que la misión se ha convertido en la más emblemática de la Agencia Espacial Europea (ESA).

Con ella, Europa, no sólo ha entrado en la historia de la astronáutica; también ha conseguido un éxito sin precedente. Un éxito que empezó con nombre español y que continúa con nombres españoles.

Porque es mucho lo que quedar por decir de la Misión Rosetta. Y parte de lo por decir sonará en español.





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