A principios de octubre -este décimo mes del calendario que, por puridad etimológica, debería ser el octavo pero que no lo es; cosas del calendario juliano y el paso del tiempo-, pues a principios de mes les decía, publicaba unas entradas acerca de una nueva forma de obtener energía eléctrica, a partir de nuestro propio cuerpo.
Llamado Tatuaje, sudor y electricidad, en él les introducía en una nueva fuente de transformación de energía, a partir de nuestro sudor corporal. Una energía con la que poder cargar esos pequeños dispositivos móviles (tabletas, smartphones, etcétera), que dicen facilitarnos tanto la vida.
Una especie de alternativa a esa otra que se dio en llamar “caminar y cargar”, ya saben.
Obtener energía eléctrica a partir del movimiento de nuestro cuerpo, mientras caminamos o hacemos deporte. El dispositivo iría en la suela de la zapatilla, en contacto con la superficie de apoyo, ya que estaría basado en el efecto piezoeléctrico, descubierto a finales del siglo XIX
Y les concluía diciendo que ninguno de los proyectos de estos últimos años, sudoríparo o mecánico, ha logrado convertirse por ahora, en un dispositivo comercial eficiente. Es así.
Por lo que estábamos metidos en un callejón sin salida, en la obtención alternativa de energía eléctrica.
Electricidad mandibular
Y en esas estaba cuando recibí las líneas de un amable lector del blog, que me ponía sobre la pista de una nueva vía: obtener energía eléctrica a partir del movimiento de la mandíbula, más en concreto el de la barbilla cuando hablamos, comemos o masticamos chicle. Según los ingenieros Aidin Delnavaz y Jeremie Voix, de la École de Technologie Supérieure de Montreal, en Canadá, los movimientos mandibulares son buenos aspirantes a ser candidatos, para ofrecernos energía, con la que recargar pequeños dispositivos como audífonos e implantes cocleares.
Estos últimos, un nuevo producto sanitario activo de alta tecnología, que posibilita oír a personas sordas, o con muchas dificultades auditivas.
Está constituido esencialmente por un transductor, que transforma las señales mecánicas acústicas en señales electromagnéticas eléctricas, que estimulan el nervio auditivo, y no es lo mismo que un audífono, pues está implantado quirúrgicamente y, además, funciona de manera diferente.
Ni estético, ni incómodo, ni rentable
Y en esta línea de intervención de crear biobaterías, han diseñado un complemento que quizás no sea muy estético. Para qué engañarnos.Es una especie de correa unida a unas orejeras o auriculares, que se ajusta en la barbilla y que transforma la energía mecánica de los movimientos de la mandíbula en energía eléctrica.
No. A la vista está que no es estético pero, al decir de sus diseñadores, no resulta incómodo.
Según su propia experiencia, tras varias horas de prueba hablando y masticando -y sin que estuviera muy ajustada la correa, de modo que en ningún momento sintió que le molestara-, se produjo una eficiente transformación de energía.
Es decir, que el hecho de estar algo suelta no merma su eficacia. Quizás no sea un complemento muy estético, de acuerdo, pero puede ser útil. Y estamos en los comienzos, pues se trata de un burdo prototipo.
Por ello, y siendo cautos, aconsejan el uso de este sistema en profesionales que tengan que emplear, en su quehacer diario, algún equipo de seguridad, como cascos y auriculares protectores para los oídos. Por ejemplo quienes trabajan con maquinaria pesada.
En estos casos es obvio que la correa podría actuar de una forma mucho más eficiente y transformar mayor cantidad de energía por unidad de tiempo.
Incluso ya sugieren aplicaciones militares, como cascos y auriculares de comunicación para soldados; y nuevas formas de recarga para audífonos con tecnología de bluetooth.
Pero eso sí, todo esto a medio y largo plazo.
Porque lo cierto es que los números no cuadran, y el rendimiento obtenido hasta ahora no es rentable. (Continuará)
No hay comentarios:
Publicar un comentario