(Continuación) Seguimos con los objetos más rápidos del Universo, y para esta tercera entrega y ocupando el cuarto puesto de velocidad sideral les traigo todo un púlsar.
Ya hemos dedicado unas entradas a este objeto celeste -sobre todo a su historia ligada a la astrónoma Susan Jocelyn Bell y la injusticia de su no Nobel-, por lo que ahora nos centraremos sólo en el más veloz de los púlsares conocidos y que responde al prosaico nombre de PSRJ13113430.
4. Púlsar PSRJ13113430
Como quien dice, una ciudad media.
Eso sí, son muy, muy, densas. Es conocida la comparación de que una cucharadita de esta estrella, pesaría como una gran montaña.
Además emiten una radiación electromagnética de forma periódica como si fueran faros, faros del Universo, así se les consideran.
Y están siempre girando alrededor de otra estrella (sistema binario), a la vez que lo hacen sobre su propio eje. Es decir que los púlsares tienen dos velocidades.
Una de traslación alrededor de la otra estrella (velocidad rotacional y lineal) y otra de rotación sobre su propio eje (velocidad rotacional). Algo parecido a lo que le ocurre a la Tierra alrededor del Sol o a la Luna alrededor de la Tierra.
Y en el valor de estas características cinemáticas, es donde cobra especial importancia el púlsar PSRJ13113430l, además por doble motivo.
Midiendo y comparando velocidades
En relación con la velocidad de rotación sobre la otra estrella, sepa que da una vuelta completa a su alrededor en tan sólo noventa y tres minutos (93 min). Lo que teniendo en cuenta la trayectoria descrita, nos permitiría hablar de una velocidad de traslación sobre la otra estrella de doscientos sesenta millones de kilómetros a la hora (260 000 000 km/h).
A esta inimaginable velocidad de desplazamiento, podríamos llegar en poco más de media hora (0,5 h) al Sol. Algo realmente increíble.
Es decir quinientos veinticinco mil novecientos cuarenta y ocho coma setecientos cincuenta y dos minutos (525 948,752 min). Una velocidad muy alejada del casi centenar de minutos (93 min) del púlsar.
Lo que significa que, teniendo en cuenta su trayectoria, nos desplazamos por el espacio a ciento ocho mil kilómetros a la hora (108 000 km/h). De nuevo muy alejada de los casi trecientos millones de kilómetros a la hora (260 000 000 km/h) del púlsar.
Y en lo que respecta a la velocidad de rotación sobre su propio eje, los números que se manejan no le van a la zaga a los anteriores.
Durante los 93 min que dura su traslación, nuestro púlsar rota sobre su eje dos millones ochocientas mil (2 800 000) veces, lo que equivale a dar una vuelta sobre sí mismo, cada cero coma cero cero doscientos cincuenta y seis segundos (0,00256 s).
A cambio, la Tierra, emplea para ello todo un día, o lo que es lo mismo, ochenta y seis mil cuatrocientos segundos (86 400 s).
Una vez más, un valor muy alejado de los cero coma cero cero doscientos cincuenta y seis segundos (0,00256 s).
Sí. No hay duda alguna que nuestro púlsar, como tal, está en posesión de dos récords astronómicos de velocidad.
Pero claro, para rápido, rápido, no hay nada como una galaxia.
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