Las auroras polares son la expresión física más bella y visible de la interacción a distancia que se produce entre el Sol y la Tierra. O mejor dicho entre los energéticos e ionizados componentes del viento solar y la magnetosfera de nuestro planeta.
Ese escudo protector de la Tierra frente a las continuas y perjudiciales partículas que el Sol emite, y que fue descubierta en 1958 por el satélite estadounidense Explorer I.
Recordemos que la magnetosfera es la encargada de desviar la mayor parte de las partículas que conforman el viento solar que nos llega. Y en buena medida lo consigue si bien algo, una porción mínima, logra traspasarla.
Es la causa física de los fenómenos llamados auroras polares y tormentas geomagnéticas terrestres.
Estas partículas solares suelen desplazarse por el espacio en un rango de velocidad comprendido entre los trescientos y los mil kilómetros por segundo (300-1000 km/s), una rapidez nada desdeñable desde luego.
Pero dado que nos separan ciento cincuenta millones de kilómetros (150 000 000 km) –o sea una unidad astronómica, ua, tomada en referencia a la distancia media entre el planeta Tierra y el Sol-, un simple cálculo nos dice que el viento solar invertirá entre dos (2) y tres (3) días en llegar a nuestro planeta.
Y una vez en la magnetosfera, una fracción de él logra traspasarla y, a través de las líneas del campo magnético, penetrar en nuestra atmósfera por los polos terráqueos, interaccionando con sus componentes gaseosos.
Una de las consecuencias de este proceso es el espectacular fenómeno luminiscente que conocemos como auroras polares, por presentarse mayormente en los polos magnéticos del planeta si bien pueden aparecer en otras zonas del mismo, aunque sólo durante breves períodos de tiempo.
Auroras boreal y austral
Este bello espectáculo visual debe su nombre a la diosa romana del amanecer, Aurora, y, por ejemplo, al término griego Bóreas, que significa norte.Ya les adelanté que la que se produce en el hemisferio norte es conocida como aurora boreal, y la que tiene lugar en el hemisferio sur como aurora austral.
Se producen entre los noventa y cinco kilómetros (95 km) y los quinientos o mil kilómetros (500-1000 km) de altura por encima de la superficie terrestre.
Es la franja de la atmósfera en la que el valor de su densidad propicia los choques necesarios y con la suficiente energía, choques efectivos, entre las partículas cargadas del viento solar y las de la atmósfera terrestre, como para que se libere energía en un rango de frecuencia (f) que caiga dentro de la región visible del espectro electromagnético y nos ofrezca un efecto significativo en su aspecto lumínico.
Las auroras se presentan con formas, estructuras y coloridos muy diversos que, además, pueden cambiar de forma rápidamente.
Como tal fenómeno lumínico se trata de una actividad de duración variable: desde unos pocos minutos hasta horas e, incluso, noches enteras.
En relación con los colores que vemos en las auroras, comentarles que dependen tanto de las sustancias que componen la atmósfera terrestre y que las partículas del viento solar excitan con sus choques como, del nivel de energía que aquellas alcanzan. (Continuará)
Con nivel de conocimiento pero asequible. Le felicito en general por el blog
ResponderEliminar¿Cuáles son lo objetos más veloces del Universo?
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