A pesar de que eran previsibles altos valores de temperatura y grado de humedad en algunas de las sedes del Mundial -Natal, Fortaleza, Recife, Manaos e, incluso, Salvador y Río de Janeiro-, el Comité Ejecutivo de la FIFA aprobó el año pasado, mantener los horarios de los partidos.
Y lo hizo a sabiendas de que varios de ellos se jugarían a las 13:00, hora de máximo calor. De ahí que autorizar una nueva norma: conceder dos tiempos muertos durante el desarrollo del partido.
Con una duración de un par de minutos cada uno, se realizarían después de superar el minuto treinta (30) de cada una de las mitades del partido y siempre que la temperatura superara los treinta y dos grados Celsius (32 ºC).
Durante ese tiempo, los jugadores podrían tomar agua para hidratarse y descansar los músculos. Un pequeño respiro para recuperar algo el estado físico.
La primera vez
Los primeros tiempos muertos de este mundial, y oficiales en la historia de los mundiales, tuvieron lugar en Fortaleza, escenario del Holanda-México en los octavos. La temperatura reinante, superior a los 30 ºC, y el alto grado de humedad hicieron que el árbitro del encuentro señalara el primer tiempo muerto, pasada la media hora del encuentro.
También por primera vez, fue obligatoria la existencia de un desfibrilador en todos los estadios donde se jueguen partidos internacionales.
Por suerte, y a diferencia del tiempo muerto, en estos mundiales no ha sido necesario su uso.
DESA
El desfibrilador externo semiautomático (DESA), ése es su nombre técnico, en esencia es un aparato que emite impulsos corrientes al corazón cuando éste deja de funcionar. Todos lo hemos visto en las películas, cuando a los pacientes se les aplica el ‘electroshock’, para evitar que el corazón le deje de latir. Bueno pues ése es el aparato del que estamos hablando.
Con él se diagnostica y trata la parada cardiorrespiratoria cuando es debida, bien a la fibrilación ventricular, que es cuando el corazón tiene actividad eléctrica pero sin efectividad mecánica, la causa más frecuente de muerte súbita.
O bien a una taquicardia ventricular sin pulso, en la que hay actividad eléctrica pero el bombeo sanguíneo es ineficaz.
En ambos caso, nuestro aparato restablece un ritmo cardíaco efectivo tanto eléctrica como mecánicamente.
Con la emisión de este impulso de corriente continua al corazón se despolarizan, de forma simultánea, todas las células miocárdicas, pudiendo retomar su ritmo eléctrico normal u otro eficaz.
En eso consiste la desfibrilación. (Continuará)
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