En general, el concepto de longevidad o ciclo vital, tiene que ver con la duración de vida de un organismo biológico de cualquier especie, por ejemplo, los humanos. Así que, el de su límite o longevidad máxima, está asociado con el máximo valor posible de duración de una vida.
Y es una obviedad decir que casi todos los seres vivos tienen una longevidad máxima. Entre ellos nosotros mismos, que no olvidemos, compartimos una historia evolutiva con primates y resto de mamíferos.
Se trata por tanto de un concepto aplicable a una especie en su conjunto, no a un individuo en particular.
Por los últimos datos de los que se disponen, en la nuestra, se sitúa alrededor de los ciento veinte (120) años. Que no se puede decir que sea poca cosa, ni la única cosa que se pueda decir. Me explico.
Para empezar, por supuesto que estamos hablando de una cifra bastante alta. Aunque no por ello es menos cierto, que son contadas las personas que pasan o han pasado de los ciento diez (110) años. Al menos de forma documentada.
Y para terminar porque, por los datos existentes, este valor de máxima longevidad ha permanecido relativamente estable, durante los últimos cien mil (100 000) años de la Humanidad. Lo que, estarán conmigo, no deja de ser sorprendente.
Tanto tiempo transcurrido y tanto avance realizado para, al final, nada.
Diferentes longevidades
Y hablando de obviedades, no lo es menos que no todos los seres vivos tienen la misma longevidad. Que en unos es más elevada que en otros ¿A qué se debe? ¿Por qué unos seres vivos son más longevos que otros?Desde el punto de vista de la ciencia, este tema se aborda diciendo que en la naturaleza se observa una, no pequeña, variedad de estrategias para envejecer, que están relacionadas, aunque no de forma exclusiva, con estrategias reproductivas.
Y así sabemos que la longevidad elevada es propia de organismos que se reproducen varias veces a lo largo de su vida, con una frecuencia por ejemplo anual. Se les denomina especies iteróparas.
La iteroparidad es la condición de poderse reproducir, de forma repetida, a lo largo de la vida. De esta guisa, las hembras adultas de estas especies pueden llegar a tener un cierto número de descendientes, separados en el tiempo.
Por ejemplo la mayoría de las especies de pastos, gozan de esta condición.
Pero también hay especies que lo hacen sólo en una ocasión, y apenas sobreviven más allá de ese momento. Se les denomina especies semélparas.
La semelparidad es la condición de poderse reproducir una única vez a lo largo de la vida; y en este único episodio todos los descendientes suelen ser producidos de forma sincronizada. Diferentes especies bambúes gozan de esta condición.
Ser una especie iterópara o semélpara es una clara estrategia vital de supervivencia, pero no por ello al hombre, le resulta fácil la clasificación de todas las especies en una categoría u otra. Por ejemplos nos ocurrió con los salmones.
Durante mucho tiempo se creyó que eran semélparos, es decir de los que se reproducen y mueren. Sin embargo estábamos en un error. Como especie son iteróparas, y la causa de la confusión radicó en su elevada mortalidad durante la migración.
Fue un error de apreciación. A veces ocurre. (Continuará)
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