domingo, 20 de julio de 2014

Inflación cósmica, la polémica


Seguramente algunos de los lectores atentos recuerde lo que, a primero de mes, les escribí sobre la inflación cósmica y la ¿prueba? empírica de las ondas gravitacionales.

De cómo existía el convencimiento de que el telescopio del experimento BICEP2, del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian, el 17 marzo pasado había hallado la primera ¿evidencia? de la creación del Universo.

Una fecha de esas que hacen historia, al menos en el mundillo científico.


No en vano vendría a representar el día en el que hallamos el “Bang” del Big Bang, por decirlo de forma ecléctica. Las ondas gravitacionales que se generaron en las primeras mil millonésimas de segundo (0,000 000 001 s) tras aquella explosión.

Sin embargo, poco dura la alegría en casa del pobre, pronto surgió la polémica y no son pocos los datos que apuntan en esa dirección.

Argumentario polémico
Les expongo una manita de estas razones “inflacionarias”.

En primer lugar la BICEP2, misión asentada en el Polo Sur, utiliza un telescopio amateur que lleva incorporados tan solo quinientos doce (512) sensores únicos e hipersensibles. Que no es que sean pocos, pero sí insuficientes para el estudio que nos trae.

Que no es otro que el de detectar las huellas del universo primitivo, hace trece mil ochocientos millones (13 800 000 000) de años. Una edad oscura.

Una insuficiencia que al entender de algunos, ha podido motivar que el análisis e interpretación de los datos que ha proporcionado, se hayan “optimizados”. Suele suceder en casos como éste.

El deseo de hacer público el descubrimiento y ser además los primeros, superan a la necesaria cautela que siempre debe prevalecer.

Algo de lo más humano, por otro lado.

Además, las sospechas sobre los resultados del BICEP2 empezaron a tomar carta de naturaleza cuando circuló el rumor de que, supuestamente, sus mediciones estaban basadas en buena medida, en una diapositiva expuesta durante una conferencia ofrecida por expertos de la misión Planck, de la Agencia Espacial Europea (ESA).

Un feo asunto.

Pero que no debe andar muy descaminado. Los propios científicos de BICEP2 reconocían poco después en un informe que, aquellas señales, podrían haber sido generadas por el polvo cósmico de nuestra propia galaxia.

Es más, el pasado 9 de julio, representantes de Planck y de BICEP2 comparecieron en la Conferencia Internacional de Física de Altas Energías (ICHEP 2014) celebrada en Valencia, para ofrecer sus últimos análisis.

Y que no va a ser el último. Antes de final de año, investigadores de ambos experimentos podrían presentar un ‘paper’ conjunto con sus conclusiones. Es decir que los resultados van a ser revisados, y con carácter de urgencia.

De hecho se espera una respuesta en el plazo de un mes. Sin duda estamos ante la polémica científica del momento.

La sentencia del Planck
La razón de que sea la misión Planck, la jueza que decida sobre el origen de las señales detectadas por BICEP2 -a saber, ondas gravitacionales procedentes de la misma inflación o polvo cósmico de nuestra galaxia-, viene determinada por su especificidad instrumental.

Hay que considerar que su satélite, que por cierto puso fin a su misión a finales del pasado año, sí es un observatorio lo suficientemente complejo como para que su diseño pueda detectar señales a frecuencias de microondas e infrarrojos (IR).

Que son unas bandas más adecuadas, por no decir ex profeso, para detectar las huellas del universo primitivo. (Continuará).

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