sábado, 12 de julio de 2014

Fraude del pájaro de San Pedro en Sevilla


Para contestar a preguntas del tipo ¿quién? o ¿por qué?, viene muy bien una vieja locución latina: Quid prodest, o sea “¿a quién beneficia?”.

Considerada un principio del Derecho Romano, el latinajo hace referencia a lo esclarecedor que puede resultar el preguntarse por, quién o quiénes, se benefician con los resultados de un acto, cuya autoría se trata de determinar.

Este “¿a quién beneficia?”, es un buen método para averiguar quién está detrás de muchos de los supuestos sucedidos que por nuestro lado pasan, sean bajo el nombre de leyendas urbanas, fenómenos paranormales, curaciones milagrosas o paraciencias varias.

Y en esa dirección apuntan las indagaciones realizadas sobre el pájaro de San Pedro.

Podría ser que la persona que puso la pegatina, fuese la misma que hizo la primera foto y la subiera a las redes sociales. La primera aparición de la broma o fraude del pájaro. Todo un mérito para los pobladores de este cibermundo.

Un pájaro de cuidado sin duda, su autor. Me refiero a la persona. Pero por ahora, nadie ha reivindicado el acto, ni explicado el porqué del mismo.

Lo que sí es cierto es que, cuando arrancaron la lámina adhesiva, por más cuidado que pusieron, parece que se vino parte del esmalte y se ha descascarillado alguna zona del pajarito. Por lo que se están planteando si proceder a una restauración.

Lo que hasta cierto punto entraña un riesgo.

Podría suceder que la zona restaurada no quedara como la original y se diferenciara del resto. Una circunstancia que le haría perder parte de su gracia al azulejo, que como bien saben, consiste en encontrar el escondido jilguero.

¿Mira que si al final ni leyenda, ni misterio y todo termina siendo un fraude?
Un fraude o broma malintencionada, que no ha sentado bien en el seno de la Hermandad Sacramental de San Pedro, propietaria del retablo.

Teme que si la zona del azulejo donde está el pájaro alcahuete, quedara destacada por la reforma y, por ende, el pájaro demasiado a la vista, se reduciría la fuente de ingresos que la leyenda casamentera proporciona a esta corporación.

Al parecer tienen cierta importancia cuantitativa, las aportaciones económicas del limosnero, en el corto presupuesto de la Hermandad. Un pájaro de cuenta por tanto, y me estoy refiriendo ahora al del azulejo.

Está visto que a cada uno le duele lo suyo y que no hay más dolor que el que uno siente.

Tanto es así, que se ha conservado la pegatina a fin de extraerle las huellas dactilares en caso de ser necesario.

Pues hasta aquí la historia liada en un principio en una leyenda, envuelta después en un misterio, tapada más tarde por una pegatina y cubierta al final por un fraude.

Una historia con dos pájaros. Uno, un pájaro de cuenta que está dibujado en un azulejo. Y otro, un pájaro de cuidado, que anda por las calles de Sevilla.

¡Ah! Ni que decir que entre el sevillano mundillo de los solteros, ha vuelto a reinar la calma matrimonial. Vuelve a estar garantizado el estado de casado si se cumple, eso sí, con los requisitos exigidos: encontrar, rezar y pagar.

Ya saben lo de “a Dios rezando y con el mazo dando”. Una tranquilidad quieras que no, en cualquier caso.

Otra cosa es lo que se ha vivido en el “magufero” mundillo de lo esotérico y oculto. No en vano se han quedado sin historia con la que “ikerizar”. Pero qué le vamos hacer, ya saben que la alegría va por barrios.

A propósito del ‘Quid prodest’
Se trata de una forma alternativa y de uso muy extendido de la expresión Cui bono, o también Cui prodest, que significa eso: “¿Quién se beneficia?”.

Atribuida al cónsul romano y censor Lucio Casio Longino Ravilla, el filósofo, político, orador y escritor romano Lucio Anneo Séneca (4aC-65) la utilizó en su obra Medea (acto primero, escena primera, versos 500-501), cui prodest scelus, is fecit, “Aquél a quien aprovecha el crimen es quien lo ha cometido”.

Si bien fue con el polifacético Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C.), cuando su uso se hizo popular.

Aunque se trata de un principio muy usado en criminalística, y en teoría es simple de aplicar, resulta evidente que en la práctica no siempre es así.

Ni por un lado es sencillo determinar quién o quiénes son los que podrían ganar con el acto delictivo. No todas las dependencias son lineales. Ni por otro, muchos de los beneficiados tienen por qué haber estado implicados en el crimen.

Es más, conocedor de esto que les digo, no resulta extraño que el verdadero culpable utilice a los beneficiarios como falsos culpables o cabezas de turco, para alejar las sospechas sobre su persona. Todos lo hemos visto alguna vez en películas de intriga y misterio.

En ellas, al final, tras una investigación se descubre quién o quiénes y por qué se cometió el delito.

Un proceso el de investigar, factible en los fenómenos reales, pero que casi nunca lo es en los autollamados fenómenos paranormales. Esos donde escasean las evidencias y no existe ni el menor asomo de prueba de que hayan ocurrido.

O lo que es peor, si se encuentran pruebas, es para demostrar que son un fraude. Como el del jilguero del azulejo. Sevilla paranormal. Qué tropa.


1 comentario:

  1. Un sevillano curioso15 de julio de 2014, 9:53

    ¿Se refiere a alguien en particular cuando habla de Sevilla paranormal y termina diciendo 'qué tropa'.
    Me gustaría que lo aclarara pues es un tema que me interesa

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