(Continuación) Desde su invención en 1939, hasta su prohibición en 1972, en todo el mundo se han podido utilizar millón de toneladas (1 000 000 t) de este producto, gran parte del mismo continúa disperso en aguas, tierras y organismos.
Elevado, peligroso y problemático poder residual, muy problemático.
Muy problemática
Cuatro. Bioquímicamente esta sustancia se acumula en el tejido adiposo (grasas), posibilitando así que el insecticida se incorpore a la red trófica de los ecosistemas, con la consiguiente acumulación y concentración en los órganos de los animales.Una bioacumulación que terminará provocando una intoxicación y muerte masiva en muchos casos, agravada por la circunstancia de que va acompañada de una bioconcentracción.
Sucede que, a través de los distintos niveles tróficos, la concentración del DDT aumenta. Es más que posible que un pez intoxicado pueda llegar a tener en su interior, hasta diez mil (10 000) veces más de esta sustancia, que la que pueda estar presente en el agua donde muere o vive.
Cinco. Porque si vive el animal, estaremos en presencia de un indeseable efecto perverso. Si lo piensa, los ejemplares que sobreviven a la carga tóxica que portan, son auténticos mutantes que han desarrollado una específica resistencia a esas dosis “dedeteras”.
Lo que implica que habrá que emplear una dosis mayor del insecticida, para controlar las nuevas poblaciones de la indeseable plaga en los cultivos. Unas poblaciones que, evolutivamente, no permanecerán impasibles, sino que volverán a mutar, provocando así un nuevo incremento de la cantidad a aplicar para extinguirla.
Pero de la que algunos ejemplares sobrevivirán y se reproducirán, es lo que tiene la selección natural, y.... Bueno no les canso, ya ven a dónde les llevo. Así, ad infinitum. Lo dicho, un efecto perverso y peligroso.
Seis. Peligroso porque no olvidemos su propagación por la cadena trófica y, consiguientemente, a mediano y largo plazo la muerte de infinidad de otros organismos: peces, aves y mamíferos.
Entre ellos nosotros. El consumo humano de alimentos de origen animal contaminados con DDT dará lugar primero a su acumulación en nuestros organismos y después a una probable (y peligrosa) intoxicación.
Una intoxicación que en los casos agudos presentará un cuadro de alteraciones gastrointestinales, trastornos neurológicos y parálisis muscular. Y si la dosis es elevada nos podrá sobrevenir la muerte por paro respiratorio. Vade retro, DDT.
Concluyendo
Sí. El DDT es uno de esos productos sintéticos de elevada toxicidad ambiental y humana y de escasa o nula biodegradabilidad. Razones por las que, en muchos países, su uso fue restringido y/o prohibido en el pasado siglo XX. Gracias Rachel.No obstante, y dicho lo ya dicho, doy un golpe de timón en esta singladura insecticida.
Para los que nacimos a mediados de ese siglo, en nuestra memoria, el acrónimo DDT tiene otro significado. Uno que nos transporta a nuestra infancia y adolescencia y nos trae un recuerdo lúdico y divertido.
Resulta que DDT era también el nombre de un tebeo ¿Era usted uno de esos niños? Era estupendo, ¿verdad? Pero como podemos leer en La historia interminable de Ende, “esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión”.
Bueno, pues hagamos caso al escritor alemán y hasta entonces.
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