jueves, 17 de julio de 2014

Brazuka y Ciencia


O Brazuca, que poco importa como lo escribamos pues no necesita presentación. A estas alturas de la competición balompédica, pocos serán los que en este mundo ignoren, que se trata del nombre del balón oficial.

Brazuka es el sucesor del controvertido Jabulani, el balón del Mundial de Sudáfrica 2010, que muchos lo recordarán, no gozó precisamente de las simpatías de los jugadores.

A bastantes de ellos los trajo de cabeza, dada su facilidad para describir movimientos imprevisibles, al margen por supuesto de las intenciones con las que era golpeado.

Y más que por ningún otro, el balón africano era odiado por los porteros.

Sencillamente se veían incapaces de prever muchas de sus inesperadas pero posibles trayectorias, cuando era pateado con poco o ningún efecto. Independiente del mismo, la pelota cambiaba de dirección de forma inusual y aleatoria, ofreciendo así a los tiradores más posibilidades de gol.

Es como si tuviera vida propia decían y, claro, la razón de sus quejas.

De modo que el tal Jabulani, fue el punto de partida de nuevas investigaciones científico-técnicas, encaminadas al desarrollo de un mejor balón para la práctica balompédica mundial de este 2014.

Y pronto se encontraron culpables de su anómala cinemática y dinámica, ya enrocamos parte de este asunto en su momento, por lo que lo dejamos aquí.

Ahora nos centraremos en el Brazuka.

Algunos datos del nuevo balón
Empezaremos por el sistema con el que fue elegido. Han de saber que salió de una votación realizada el 2 de septiembre de 2012, en la que participaron un millón de hinchas del país anfitrión y que ganó por goleada a los otros aspirantes.

Entre los nombres que fueron votados: Brazuca (77,80 %), Bossa Nova (14,60%) y Carnavalesca (07,60%). Los porcentajes, ya lo ven, se muestran inequívocos. Se trata de un asunto claro.

El que ya no lo está tanto es el porqué del término, de dónde proviene.

Para unos, su origen procede de una combinación de dos palabras: “Brazilian” y “Bazuka” que en portugués significa “bazuka”. Ya saben el potente y portátil lanzacohetes antitanque, que se hizo famoso durante la Segunda Guerra Mundial.

Una alegoría de la patada al balón, quiero pensar.

Pero para otros, es un término con el que representar la pasión, la dedicación y el respeto hacia el fútbol y su país, de los brasileños. Incluso, también, una especie de jerga para llamarse entre ellos.

Hasta donde alcanzo, bien están todas y cada una de las acepciones. Al fin y al cabo, poco importa el nombre que acompañe al objeto. Otra cuestión son los números que van con él. Esos sí que importan, si es que hablamos de ciencias claro.

Una cuestión de medida, como todo lo importante.

Números del nuevo balón
Sí importan porque, para llegar a ser quien es, el balón Brazuca ha tenido que superar una larga serie de pruebas con un diseño muy, muy, exigente.

Unos ensayos que han durado más de dos años y medio, se han realizado a lo largo y ancho de tres (3) continentes y en diez (10) países distintos. En ellas han tomado parte más de seiscientos (600) de los mejores jugadores de todo el mundo, pertenecientes a treinta (30) equipos.

Por decirles algunos de éstos AC Milan, Bayern München, Palmeiras, Fluminese, etcétera. Y de aquellos: Lionel Messi, Iker Casillas, Cristiano Ronaldo, Bastian Schweinsteiger y Zinedine Zidane.

No les digo más. Por diseño que no quede.



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