Hace un par de semanas, al final de una conferencia, una par de amables señoras se acercaron para manifestarme una duda sobre una expresión que yo había empleado.
A su entender lo correcto era en “loor de multitud” y no en olor.
Y el caso es que me hicieron dudar, porque lo cierto es que se suele ver y oír de las dos formas. Preocupado por un posible desliz por mi parte, hice lo que siempre hago en estos casos: tiré de diccionarios.
No hay nada como beber en las fuentes.
Tirando de diccionarios: loor
En mi ejemplar del DRAE busqué ambos términos ‘loor’ y ‘olor’. Del primero me lo define como “elogio, alabanza, aplauso” y la deriva del verbo loar “alabar”, que proviene del latin laudare.Aparece ya en el título de una de las obras del escritor medieval Gonzalo de Berceo (1195-1268), el primer poeta en lengua castellana con nombre conocido.
Y también está en el título de una de las más conocidas obras poéticas de Alfonso X el Sabio (1221-1284), en su libro ‘Cantigas e loores de Santa María’, escrito en 1250 y con versos en zéjel.
De modo que por sus orígenes, la expresión “en loor de multitud”, a mí por lo menos me evoca a una muchedumbre que participa de forma activa en el acto, y en este caso aplaudiendo, vitoreando, elogiando, alabando, etcétera.
Vamos como la salida de un matador de toros por la Puerta del Príncipe de la Maestranza.
Ni que decir que loor es una palabra no ya culta, sino muy culta, vamos cultérrima. No es de las que aparece en cualquier conversación de esas que mantenemos a diario. No.
Tirando de diccionarios: olor
A diferencia de la expresión anterior, “en olor de multitud”, en mi opinión representa a una multitud más bien pasiva y que con su presencia se limita a desprender olor, uno del que ya nos imaginamos su aroma.
De forma que en la comparativa con la anterior, la frase loorosa supera con creces a la sudorípara no sólo en elegancia, sino también en expresividad.
Por otra parte, según el Diccionario de Autoridades, olor también significa “fama, opinión o reputación de ciertas cosas”. Por eso, a veces decimos que un asunto nos huele mal, es decir, que nos merece una mala opinión o que, en sí, tiene mala reputación. Pero...
Siempre hay un pero en el cesto del conocimiento.
El término olor también lo unimos con frecuencia al de santidad: “en olor de santidad”. Una frase encomiástica, procedente del ámbito hagiográfico, y asociada a una mezcla aromática de pócimas para embalsamar y óleos perfumados.
Un signo inmemorial e inequívoco de que el cadáver, ha sido tocado por la mano divina y eximido, entre otras miserias humanas, del hedor que acompaña al resto de los mortales al descomponerse.
Es decir, que el término olor tampoco debemos dejarlo de lado por una mera cuestión olfativa. Pues también se puede oler a rosas ¿Entonces cuál es la correcta?
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