jueves, 22 de mayo de 2014

¿Por qué flotamos más en el mar que en la piscina?


Es verdad. Se trata de un hecho más que conocido por todos. En el agua de la piscina nos cuesta más esfuerzo mantenernos a flote que en el agua del mar.

Y como nosotros, nuestra masa y volumen, somos los mismos en ambos líquidos, es evidente que la razón de tal diferencia de flotabilidad, debe estar en el agua en la que nos sumergimos.

Una salada, la de mar u océano, y otra más o menos dulce, la de piscina. Aguas que como es sabido, tienen distinta composición en sales disueltas; más abundante en la primera que en la segunda.


Una diferencia cuantitativa que las hace tener distinta densidad, o lo que es lo mismo. Un litro de agua de mar pesa más que un litro de agua de piscina, que a su vez pesa más que un litro de agua de grifo.

Que a su vez pesa más que un litro de la sustancia química conocida como agua, H2O (l); para entendernos la de los frascos lavadores de los laboratorios.

La salada es la más densa y en la que más flotamos, yendo a continuación las de la piscina, grifo y laboratorio.

¿Y por qué flotamos mejor en los líquidos más densos?
La explicación teórica pasa por alguno de los años escolares y el conocido Principio de Arquímedes, que por entonces nos enseñaron: “Todo cuerpo sumergido en un fluido (gas o líquido) experimenta una fuerza hacia arriba, conocida como empuje, que coincide con el peso del volumen de fluido desalojado".

Un volumen de fluido desalojado que depende, de forma directa, del volumen del cuerpo sumergido; conforme mayor sea éste, más fluido desalojará.

Esto es así por la propiedad general de la materia conocida como impenetrabilidad, según la cual, donde esté un cuerpo no puede estar otro. Esta propiedad la podemos experimentar cuando entramos en una bañera con agua y vemos cómo el nivel sube.

Es el origen del famoso grito: ¡Eureka! ¡Eureka! No les digo más.

El caso es que conforme más volumen haya sumergido de cuerpo, más subirá el nivel del agua. Y es que donde esté nuestro cuerpo, no puede estar el agua a la vez, por eso sube.

Un volumen de fluido desalojado cuya masa o cantidad de materia dependerá de su densidad, una propiedad intensiva de la materia que las relaciona de forma directa.

o sea que para un mismo volumen, conforme más denso sea el líquido, más masa tendrá.

Y más pesará dicho líquido
Según nos dice la Ley de Gravitación Universal del científico inglés Isaac Newton, enunciada en 1687 y que formulada en su forma simple, nos permite apreciar la dependencia directa que existe entre la masa de un cuerpo y la fuerza con la que la Tierra lo atrae o peso, P.

Todos recordamos, de las prácticas en el laboratorio de Química, cuánto pesaba un pequeño bote conteniendo unos centímetros cúbicos de la sustancia simple mercurio Hg (l), en comparación con el mismo volumen de agua.

Mercurio, el único metal líquido en condiciones ambientales y cuya densidad es 13,6 kg/L, muy alta comparada con la del compuesto químico agua, que es 1 kg/L

Y como según el Principio de Arquímedes a mayor peso del líquido desalojado, mayor es el empuje, fuerza hacia arriba, que experimentará el cuerpo sumergido, voilà.

Flotaremos más en el agua que más nos empuje y que será la más densa, es decir la de mar. Por eso flotamos con menos esfuerzo en el mar que en la piscina.

Una cuestión de diferencia de densidad entre la del cuerpo humano y la del líquido en el que nos sumergimos.

Vean lo que le hace el mercurio a la bola de billar. Impresionante.


Un asunto pues relativo. Recuerden el enroque que hicimos del Mar Muerto.



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