miércoles, 28 de mayo de 2014

María Gaetana Agnesi (I)


Cuentan que a la temprana edad de nueve (9) años, María Gaetana Agnesi (1718-1799) ya hablaba francés, latín, griego, hebreo y algunas otras lenguas. También que había escrito un discurso defendiendo la educación de las mujeres y que era una consumada e ilustrada polemista.

Un caso más de niña prodigio que debemos tomar con cautela, como a todos.

Es bien sabido que precocidad y poliglotía son semejanzas constantes en la mitificación y la leyenda. Y que las diferencias, relativas a la edad de la precoz y al número y nombre de los idiomas, provienen sólo de la fuente que se consulte. O sea.

Además, en el caso de la joven María, parece probado cierto interés exhibicionista del padre, con las cualidades intelectuales de su hija. Casi rozaba el espectáculo circense. Precaución, por tanto. O sea que.

‘Oráculo de los siete idiomas’
Lo que sí parece seguro es que papá Agnesi supo ver las extraordinarias facultades de su hija y decidió instruirla lo mejor posible. Su formación integraba filosofía, matemáticas, idiomas, ciencias naturales y religión.

De modo que María se movía con soltura, en campos de ciencias tan diversos como la propagación de la luz, el comportamiento de los cuerpos transparentes y las figuras curvilíneas en geometría.

Por su don de lenguas, al parecer fue conocida como el ‘Oráculo de los siete idiomas’.

Una niña dotada intelectualmente sin duda, pero retraída, solitaria y que, con apenas doce años, sintió la llamada de Dios (la primera, se lo adelanto).

Pero su padre se negó. Demasiado pequeña como para irse.

Además, su madre murió durante el parto de su octavo hijo y María tuvo que hacer de madre de sus siete hermanos. Bueno de ellos y de los trece más que su padre tuvo, con dos nuevas esposas de las que enviudó.

No, nada de atender a Dios, volvió a decir papá. Ahora porque era demasiado necesaria en casa, como para marcharse.

Y entre negativa y negativa, ella seguía con sus estudios.

Segundo arrebato religioso
En 1738, y con veinte años, María sintió de nuevo la llamada de la vocación religiosa (la segunda). Mas Dios tuvo que esperar otra vez. Su padre se volvió a negar.

Pero en esta ocasión ella, aunque obediente, le exigió algo a cambio. Bueno dos algos. Uno, poder dedicar más tiempo al estudio y, dos, no tener que casarse nunca. Llegaron a un acuerdo.

Muy fructífero por cierto para el resto de los mortales, pues ese mismo año, María publicaba ‘Proposiciones Filosóficas’.

Escrito como un libro de texto en latín, contenía ciento noventa (190) trabajos sobre filosofía, lógica y ciencias naturales: mecánica, hidráulica, elasticidad, química, botánica, zoología, mineralogía, astronomía, mecánica celeste y teoría newtoniana sobre la gravitación universal. (Continuará)

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