(Continuación) Aunque matizaba que “Nunca durante la carrera, pero sí en las sesiones de entrenamiento”.
Esto decía, para acabar con una especie de doble justificación relacionada con la sustancia cloro, presente en las piscinas. Una justificación es de índole fisiológica, la otra es química.
Justificaciones fisiológica y química de Phelps
La primera está relacionada con la frase: “Hay algo en el agua con cloro que hace que automáticamente te dejes llevar”. Para este punto, no sé ustedes, yo no necesito aclaración alguna.Me hago una idea clara, de lo que significa para el cuerpo humano eso de “dejarse llevar”. Supongo que es algo parecido a lo que dice experimentar la periodista Mercedes Milá mientras se ducha. Ya saben.
Quien además, aduce una razón ecologista para hacer esa función doble, en semejante lugar y de forma simultánea. Dos cosas a la vez. Algo no al alcance de un hombre, según otra leyenda urbana.
Como siempre. Desbordante Mercedes, gran mujer. Y arrolladora Milá, inmensa periodista.
Y la química, vuelvo al nadador, cuando dice “El cloro disuelve la orina, así que no es tan malo hacerlo”.
Desconozco la formación científica de Phelps, pero sobre esta reacción química, quizás habría algo que decir desde el punto de vista académico.
Una objeción química que, en absoluto, enturbia -perdón por el verbo, en este contexto tal vez no sea el más adecuado-, enturbia les decía, su trayectoria deportiva. Creo que es el atleta con más medallas en la historia de los Juegos.
Un total de veintidós (22) preseas: dieciocho (18) de oro, dos (2) de plata y dos (2) de bronce, entre Atenas 2004, Pekín 2008 y Londres 2012, donde dio el adiós definitivo a su carrera deportiva, ganando cuatro (4) medallas de oro y dos (2) de plata.
Una proeza al alcance de muy pocos pero que, claro, no aporta ningún sustento y respaldo a su afirmación químico-reactiva del cloro y la orina. Pero que sí avala su afirmación de que los nadadores se hacen pipí en las piscinas donde entrenan.
Y que a mí me conste, nadie ha oído hablar o visto estas manchas delatoras en las piscinas olímpicas. O sea.
Argumento de naturaleza lógica para la inexistencia del detector de orina
Aunque lo hayamos visto en alguna que otra película. Ese “momento Torrente” en la piscina del hotel, del segundo film de la serie ‘Torrente 2: Misión en Marbella’ es magnífico. Incluso aunque haya hoteles, como al parecer uno en Grecia, en cuyas piscinas existan carteles que advierten de la presencia de dicho producto: “Advertencia: esta piscina está equipada con un Detector de Orina”.
Un factor a todas luces disuasorio para clientes laxos a la vez que ignorantes y asustadizos.
Pues bien. A pesar de lo dicho y visto, va a ser que no.
Ningún líquido delatará, de forma ostentosa, su relajación de esfínter. Eso sí, la piscina estará un poquito más sucia y tomada de color.
Porque de hecho la orina, al contacto con alguno de los productos químicos que contiene disueltos el agua, adquirirá color. Una coloración, por otro lado, imperceptible para el ojo humano.
Así que tranquilos, nadie se dará cuenta de lo que está haciendo o ha hecho. Será una de esas acciones muy cercana, a la idea que tenemos de crimen perfecto.
Pero a lo que vamos. (Continuará)
No sé si las aguas se juntan o no, pero estas entradas sobre el detector de la orina en la piscina me parecen genial.
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