Así reza el conocido versículo del Nuevo Testamento, relativo a la Resurrección de Jesús de Nazaret. Un sucedido milagroso para los creyentes y una prueba teológica de la divinidad del Hijo de Dios para la Iglesia Católica.
Una interpretación a unos hechos históricos que, como todo en la vida, se puede analizar e interpretar desde otro ángulo. Uno que puede ser complementario, al modo poético o, como es el caso, excluyente, éste más filosófico.
Ya saben. Ciencia y creencia son malos compañeros de viaje. Una sólo puede empezar, cuando y donde acabe la otra. Y no importa quién sea la primera de las dos.
Pero el caso es que, o lo demuestro o lo me lo creo. Mas, ambas acciones a la vez, no.
Ciencia vs creencia
Si la ciencia demuestra que algo es cierto, por ejemplo que existe la ley de gravedad, ¿qué necesidad hay entonces de creer en su existencia? Crea o no en ella, la ley existe y se cumplirá de forma inexorable.De creer en ella les digo, o de no creer. Verán por qué.
Ustedes pueden ser de la opinión y -en contra de lo que demostró el físico inglés Isaac Newton (1642-1727) en el siglo XVII- no creer en la existencia de esa ley universal de carácter atractivo y naturaleza gravitatoria, que hace que los cuerpos “se caigan”.
Faltaría más. Por supuesto que son libres de pensar como mejor les parezca, mas, eso sí, habrán de atenerse a las consecuencias.
Porque, como se encuentren en la trayectoria de un cuerpo que se deje libre por encima de su cabeza, y no se retiren a tiempo, ya verán de qué les sirve esa credulidad suya en la inexistencia de la ley newtoniana.
Si es éste el caso, sólo cabe esperar que la masa del cuerpo en cuestión no sea muy grande o que la altura desde la que caiga desde muy elevada; lo digo por el valor de su energía potencial gravitatoria, EpG.
En cualquier caso, y por si le sirve, mi consejo es que dude de su fe y se retire unos pasos. Por si acaso. Créame que me lo agradecerá.
Pero bueno, ese es mi informe y consejo. Y qué sabré yo, pensará usted. Algo con lo que no puedo estar más conforme.
Por otro lado, y dándole la vuelta a esta tortilla de dos huevos, si la ciencia le demuestra que es cierto todo aquello que su religión le pide que crea a pie juntillas, entonces ¡ya no necesita creérselo!, ergo ¿para qué quiere ya la fe?
¿Qué mérito tendría en ese caso su creencia? Es más, ¿qué clase de fe es ésa que necesita que la ciencia le demuestre que es cierto en lo que cree? Ya les avisé, son malos compañeros de viaje.
“Son evidencias más que pruebas”
Es la razonable opinión de no pocas voces en el seno de la Iglesia, con respecto al estudio que los Lloyd Davies realizaron a finales del siglo pasado, sobre los sucesos que tuvieron lugar alrededor de la crucifixión. Las aportaciones que presentaron en su investigación, son más bien evidencias interpretables de los hechos, y no pruebas irrefutables de los mismos. Y en puridad, estos detractores no están faltos de razón.
Algo a lo que los autores de la misma, cristianos confesos, responden que sí, que de acuerdo, pero que “la fe no debe implicar el abandono del pensamiento racional, ni el empecinamiento en conceptos científicamente inaceptables”. Lo que no es mala respuesta.
Al fin y al cabo sustentan su trabajo en los hechos históricos conocidos que tuvieron lugar alrededor de la crucifixión, sólo que tratan de explicarlos a la luz del conocimiento actual.
En las últimas líneas de sus conclusiones los británicos afirman: “La Iglesia sería más fuerte, si lograra acomodar los conocimientos contrastados a sus credos. De lo contrario, todo queda reducido a una fe ciega, inaceptable para la mayoría de los creyentes actuales”.
Totalmente de acuerdo. Nunca la fe del carbonero terminó dando buenos resultados, ni a medio y ni a largo plazo. Yo al menos así lo veo.
Y en esta misma línea de razonamiento expuesta, podríamos continuar con el trabajo de Lorente.
Quien como médico que es, sostiene que es comprensible y hasta admisible que el sucedido natural, por inexplicado, durante siglos se supusiera inexplicable y fuera considerado como un milagro.
Lo que no deja de ser es un malentendido.
¿por que dice la fe del carbonero?¿a que se refiere?
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