miércoles, 12 de marzo de 2014

¿Qué es la nuez de Adán en realidad?


Desde el punto de vista de la anatomía, este curioso bulto no es más que cartílago, en concreto el cartílago tiroides. Es decir, un tipo de tejido conectivo especializado, carente de vasos sanguíneos y elástico, más duro que los músculos, pero más blando que los huesos.

Un material similar al que componen nariz y orejas, para que se hagan una idea. Y del que ya hemos indicado que está ubicado en la parte delantera del cuello y situado, exactamente, sobre la laringe y encima de la glándula tiroides. Un saliente que presenta una forma como de tejado “a dos aguas”. Ya saben a qué me refiero.


Lo que conocemos como nuez no es más que dos láminas de cartílago unidas, formando como un libro abierto puesto en vertical.

En el caso de las mujeres este ángulo es abierto, de ciento veinte grados (120º), mientras que en el caso de los hombres es más cerrado, de noventa grados (90º). Una circunstancia geométrica, razón y causa de que la nuez masculina sobresalga más.

Luego las mujeres también tienen nuez de Adán
Sólo que, debido a que el ángulo de unión de los cartílagos es más grande, la estructura cartílaga resulta más aplanada y queda mucho más disimulada. De ahí que, casi, no se la vea desde el exterior.

Porque es a esa parte que sobresale, y por tanto visible, a la que conocemos como nuez de Adán.

Que ya de la que va, aprovechamos para recalcar que no tiene nada que ver desde el punto de vista estructural, con lo que conocemos como una nuez.

Ni entendida como fruto, del tipo de fruto seco como las avellanas, bellotas, castañas o, en particular, al fruto del nogal.

Ni como nuez de laboratorio o doble nuez, una pieza del equipamiento propia de estas dependencias, que por un extremo se une al pie universal y, por el otro, sirven para sujetar diferentes útiles de laboratorio como aros, agarraderas, pinzas, etcétera.

No. La nuez de Adán, ya la hemos descrito, es sólo es una especie de escudo más o menos semicircular. Y no es ni esférico ni duro como un hueso, tal como algunos piensan.

No es cierto, por tanto, que sólo tengan nuez los hombres
A la vista está que no. Se trata de un falso mito, falso de toda falsedad.

De una errada leyenda urbana, una más que, no obstante, y como hemos podido ver tiene una cierta razón de ser.

A pesar de que en la mayor parte de las mujeres la protuberancia no es visible e, incluso, apenas se percibe al ser palpada en el borde superior del cartílago tiroideo, lo cierto es que ahí está.

Más pequeña y menos prominente que la del hombre, pero la nuez, está ahí.

Tanto los hombres como las mujeres tenemos cartílago tiroides, o “nuez de Adán”. Y a los dos se nos mueve cuando tragamos. Aunque no a todos se nos note lo mismo.

Trato de decir que no se trata de una parte de la anatomía de un sexo específico, de uno de ellos en particular, en este caso del varón, no. La nuez no es un distintivo que separe un género del otro, como mucha gente cree.

Los dos, mujer y hombre, necesitan de la nuez por su imprescindible función anatómica. Y es así por varios motivos.

Recordemos que en la naturaleza prima la ley de la economía, un método de supervivencia inevitable e inapelable. Que no se puede eludir y que no admite fallo, por lo que hay que cumplirla.

Nada en ella, en la naturaleza, nada, es gratuito. Por decirlo de otra forma nadie desayuna gratis en el universo.

Mañana les cuento algo sobre las funciones de la prominencia laríngea.

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