miércoles, 19 de febrero de 2014

Szalinski, nanotecnología y “crecepelo infalible”


(Continuación) En no mucho tiempo, la nanotecnología, ciencia aplicada dedicada al control y manipulación de la materia a un nivel menor de un micrómetro (1 µm), han permitido grandes avances.

Entre otros: comprender mejor el funcionamiento determinados sistemas biológicos, descubrir en parte el mundo del conocimiento del cerebro o simular modelos fuera del alcance de la acción humana.

Aunque, desde el punto de vista práctico más superficial, lo que más destaque sea el giro que ha supuesto su aplicación en diferentes y numerosos campos: salud, alimentación, bioinformática, industria, computación, telecomunicaciones, etcétera.

Novedosas herramientas que trabajan a nivel de nanoescala que, no sólo posibilitan y facilitan a científicos, médicos o ingenieros estudiar mejor nuestro mundo sino que, su sinfín de aplicaciones, contribuyen al desarrollo general de la sociedad.

Su convergencia propicia un mayor bienestar social y la apertura de nuevas y enormes posibilidades para el hombre, hasta hace poco impensables.

Un control y manipulación de la materia a nivel de átomos y moléculas, nanomateriales, que también se ha convertido en fuente de inspiración de diversos guiones cinematográficos.

Desde los clásicos El increíble hombre menguante (1957) y Viaje alucinante (1966) hasta una de las más recientes Arthur y los minimoys (2006), pasando por nuestra enrocada Cariño, he encogido a los niños (1989).

Es evidente que uno de los temas recurrentes del cine de ciencia ficción, es la miniaturización de seres humanos. Una trama cinematográfica a la que, desde el punto de vista científico, hay que ponerle un pero.

En la gran mayoría de estas películas, por no decir todas, se produce en el mismo error físico-matemático. No tienen en cuenta el factor escala y sus consecuencias.

Un factor multiplicativo basado en un principio geométrico conocido como Ley cuadrado-cúbica, descrita por primera vez en 1638 por el científico pisano Galileo Galilei.

Una inviolable ley de la naturaleza que impediría a los niños de nuestra película hacer muchas cosas de las que les vemos hacer.

“Crecepelo infalible”
Es uno de los delirantes “inventos” del Bacterio de Mortadelo y Filemón, la genial serie de humor de Ibañez, caracterizada por la continua sucesión de gags absurdos y disparatados dentro de cada historieta.

Un humor con frecuentes escenas de acción de violencia física exagerada que, eso sí, nunca derivan en consecuencias reales de dolor. Lo llaman humor slapstick, y en él los personajes sufren constantes percances aunque sin consecuencias, que exceden los límites del sentido común.

Una forma de plantear una situación dramática, a pesar de la simpleza de su argumento.

Por cierto, abro paréntesis. No hace mucho se publicitaba por parte de una conocida cadena de supermercados, un champú de caballo con propiedades de crecepelo humano. Si les interesa me lo comunican y lo enrocamos. Cierro paréntesis.

El invento crecepelo “bacteriano” aparece en el volumen El sulfato atómico y tiene escenas geniales. Les dejo con una:

Filemón: Usted fue el inventor de una loción infalible contra la calvicie ¿verdad?

Mortadelo: ¡Sí, fue él! Y yo fui su primer sujeto de prueba... ¡Por aquel entonces me llamaban "Mortadelo el melenudo"!

Bacterio: Bueno... ¡Ejem! Lo pasado, pasado y pelillos a la mar ¿eh?

Mortadelo empieza a estrangular al Bacterio.

Super (agarrándole junto a Filemón): ¡Vamos, vamos, tranquilo! ¡Que lo de "pelillos" lo decía sin ánimo de ofender! (Continuará)

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