lunes, 10 de febrero de 2014

Científicos y la imagen que tenemos de ellos


Aunque le supongo al tanto, le centro el concepto.

Aludo al término científico, entendido como persona que practica la actividad científica, es decir, que participa o realiza una actividad sistemática para adquirir nuevos conocimientos acerca de la naturaleza, utilizando para ello el método científico en sus investigaciones.

Se trata de una acepción algo antañona, ya que fue acuñada en 1840 por el teólogo, filósofo y científico británico William Whewell (1794-1866), y la propuso como alternativa a la inicial y casi iniciática expresión “filósofo natural”.

No obstante, para los intereses que nos traen hoy, éste es un aspecto irrelevante del asunto, que va por otro derrotero, el de la imagen.

¿Y cómo valoramos las personas a los científicos? Científicos así, sin más, en general, sean químicos, biólogos, físicos, arqueólogos, matemáticos, etcétera. No importa cual.

No hay necesidad de referirse a ningún campo en particular porque, en todas las encuestas realizadas, suelen salir bien parados. Mejor que bien parados. Mayoritariamente están considerados como los profesionales mejor valorados por la población.

No me pregunten el por qué, lo ignoro. Pero es así. De forma que este punto, por ahora, lo dejaré aquí y me acojo al, como se suele decir, “algo tendrá el agua cuando la bendicen”.

¿Qué sabemos de los científicos?
No obstante, lo realmente sorprendente de este asunto -y es por donde quiero llevarles- surge cuando indagamos sobre los conocimientos, que estas personas encuestadas, tienen sobre esos científicos.

Porque resulta que apenas conocen algún científico, aparte de A. Einstein, M. Curie, I. Newton y pocos más.

Y de los que, prácticamente, desconocen en qué campos de las ciencia trabajaron, cuáles fueron sus logros y qué repercusiones sociales tuvieron sobre la humanidad.

Ni que decirles tiene, aunque esto entra dentro de lo normal, que también ignoran todo sobre la persona y el personaje.

Toda una paradoja, ¿no les parece?

Tenemos una buena opinión, que además no dudamos en exteriorizar, de personas de quienes no nos importa afirmar, que lo ignoramos casi todo. No hay dudas que, a veces, la ignorancia es osada.

Si bien, y esto resulta cuando menos curioso, algún que otro encuestado sí transmite la imagen que tienen de estos científicos. Unas imágenes estereotipadas, claro, y que no son otras que las que, me imagino, se está usted imaginando.

Arquetipos populares de científicos
Entre otros especímenes aparecen: el científico loco y distraído, el investigador débil y pusilánime o el experimentador aislado en la torre de marfil de sus investigaciones.

Sin olvidarnos del estudioso que pertenece a la élite social, el de persona generosa y desprendida, o el de intelectual que recibe reconocimientos y honores sociales. Y algunos más que se me habrán pasado.

Unos clichés que si lo piensa, bien podrían venir personificados por personajes de ficción (novela, comic, cine, televisión) y que a todos nos suenan.

Me refiero al detective científico Sherlock Holmes; al decimonónico doctor Victor Frankestein; al profesor Tornasol de las aventuras de Tintín; o a Julious Kelp y su alter ego Buddy Love, del film El Profesor Chiflado.

Naturalmente que también al profesor Bacterio, de las historietas de Mortadelo y Filemón; al inventor Wayne Szalinski, de la cinematográfica Cariño, he encogido a los niños; al profesor Frink, de la televisiva serie amarilla; o a los jóvenes excéntricos de la, también, serie televisiva The Big Bang Theory, encabezada por el inefable Sheldon Cooper.

Y así una lista tan larga como usted sea capaz de confeccionar.

De la mía, por dejar algo cerrado el tema, les inicio una breve reseña.



1 comentario:

  1. Un tema muy original y expuesto de forma interesente. Espero que continue.

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