miércoles, 2 de octubre de 2013

Porque se baña la sirenita, que se llama Ariel


Supongo que la recuerda, es la respuesta a la pregunta: ¿Por qué el mar hace tanta espuma? Y con la que remataba la entrada anterior. Perdón por la gracieta sireno-espumosa, pero no me he podido resistir.

Hasta cierto punto es ingenioso jugar en este contexto, con el doble significado de la palabra Ariel.

Recuerde que hemos hablado de mar, espuma y jabón. Pues ahora añadimos Ariel, que es algo más que el nombre de una sirena, como dice la respuesta. También es el de un detergente.

No me negarán que tiene su aquél.

Ariel: detergente
Para los más jóvenes, por si no lo saben y perdón si no es así, Ariel es el nombre comercial del primer detergente con enzimas (catalizadores de las reacciones químicas, siempre que sea termodinámicamente posible), para la eliminación de las manchas, que salió al mercado de forma mayoritaria.

Lo hizo por primera vez en el Reino Unido hacia 1967. Aún no había llegado el hombre a la Luna. Se trataba de un detergente en polvo diseñado, tanto, para el lavado a mano como en lavadoras. Un producto de los tiempos modernos.

Desde el punto de vista químico, el detergente es una sustancia tensioactiva y anfipática (con un extremo hidrofílico, soluble en agua, y otro hidrófobo, que repele el agua), con la propiedad química de disolver la suciedad o las impurezas de un objeto sin desgastarlo.

De la modernidad del producto nos da una idea su símbolo gráfico por antonomasia. Un logo consistente en una serie de líneas elípticas, en cuyo interior se encuentra el nombre de ARIEL, y que hace inevitable la asociación de esta imagen con el modelo atómico del físico y químico neozelandés E. Rutherford (1871-1937).

Un modelo para el átomo según el cual, los electrones se moverían estableciendo orbitas alrededor del núcleo, a modo de sistema planetario a escala subatómica.

Un modelo que el tiempo demostró errado. En su movimiento los electrones no conforman órbitas sino orbitales.

Una corrección que nos llegó desde el campo de la física que conocemos como Física Cuántica y de la mano de su ineludible indeterminación.


Pero bueno, volviendo a lo que nos trae, como idea publicista la asociación científica es magnífica que es de lo que se trata. Y les decía también que Ariel es nombre de sirena.

Ariel: sirena
En puridad de sirenita. Para los menos jóvenes y me reitero, por si no lo saben y perdón por si no es así, Ariel es el nombre de un personaje ficticio y protagonista de una película de animación, La Sirenita, de 1989.

Aunque es probable que, por edad y cultura, más que como película de finales del siglo XX, le suene como un cuento de hadas de principios del XIX.

En concreto el del escritor y poeta danés Hans Christian Andersen, La Sirenita, publicado en 1837 y en cuya protagonista está basado el personaje cinematográfico.

A propósito y remontándonos en el tiempo, ya saben que las sirenas son unos seres fabulosos y fabulados que, para los griegos eran ninfas o deidades marinas, descritas como mujeres hermosas con una cola de pez en vez de piernas, y que hechizaban a los marineros con sus cantos.

Una situación que ha continuado a lo largo del tiempo, si bien con sus variantes. Lo digo por lo de: “Soldadito marinero conociste a una sirena, de esas que dicen ‘te quiero’ si ven la cartera llena. Escogiste a la más guapa y a la menos buena…”.

Bueno pues hasta aquí. Que empezamos con la espuma y el mar. Continuamos con la física, la química, la publicidad, la industria jabonera, la literatura y el cien. Y hemos acabado hablando de la música.

Que bien pensado no está nada mal. No corren buenos tiempo para la lírica.


Presentándoles de todas forma y de nuevo mis disculpas, ahora por el doble inciso musical (gracias Fito, gracias Golpes bajos), a cambio y modo, les dejo con una interesante e interesada cuestión científica:

¿Se puede lavar con jabón en el agua del mar?


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