martes, 8 de octubre de 2013

Laura Bassi (II)

(Continuación) Por cierto que estas investigaciones las desarrolló su marido, que montó el primer pararrayos en la Universidad de Bolonia.

Lo cierto es que fueron muchos los físicos europeos de la época, que quisieron visitar y experimentar con el material eléctrico de dicho laboratorio. Entre ellos el eclesiástico y físico francés Jean Antoine Nollet.

No en vano, a pesar de ser privado, el laboratorio y la docencia de Laura Bassi estaban consideradas como de las mejores de Europa, como así lo acreditan diferentes historiadores: “Su casa era conocida como un lugar de cosas interesantes y poco comunes” (Andrew Herkovic), “Bassi fue admirada por muchos como una experimentadora excelente, y uno de los mejores profesores de física newtoniana de su generación” (Paula Findlen)

Durante su etapa de academia privada mantuvo contacto epistolar con los personajes más célebres de su época, entre los que se cuentan Voltaire y el físico italiano A. Volta (1745-1827).

Gracias a su mediación e influencia, el filósofo francés fue admitido en la Academia de Ciencias de Bolonia. Toda una personalidad científica.

También madre, esposa, divulgadora y literata
Una intensa actividad intelectual, docente e investigadora que, además, compaginó con la de esposa y madre. Lo que le trajo numerosas críticas.

Tanto desde el mundo académico, que le objetaba que sus ocupaciones familiares le distraían de sus actividades científicas. Como del familiar, por todo contrario.

Está visto que no se puede contentar a todo el mundo. Qué se le va a hacer. Sin embargo ella, ya lo ven. En su empeño.

Ni las dificultades, ni los obstáculos, ni las críticas citadas pudieron con el afán y el empeño intelectuales de la Bassi.

Sin contar con que jugó un importante papel en el desarrollo científico de su época, como lo prueban sus disertaciones (29) conservadas en la Academia de las Ciencias de Bolonia. Una de química, trece de física, once de hidráulica, dos de matemática, una de mecánica y una de tecnología.

Fue además una fina poetisa. Nos dejó escrito:

La mujer es de intelecto fino, mas el hombre prudente no la deja estudiar.
Si la mujer estudiara, el hombre mezquino con la rueca se tendría que poner a hilar.
Y si la mujer utiliza el intelecto ultima, el hombre estará por debajo y ella por encima.

Más alto, quizás. Más claro, lo dudo.


La intrahistoria familiar de la cátedra
Lo cierto es que esta mujer, considerada por sus contemporáneos como un ser de excepcional ingenio, no obtuvo la cátedra de Física Experimental, en el Instituto de las Ciencias de Bolonia, hasta 1776, al suceder al profesor Paolo Battista Balbi que murió, dejándola vacante.

Una sucesión que tiene su pequeña y familiar intrahistoria. (Continuará)

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