martes, 17 de septiembre de 2013

¿Por qué los camaleones cambian de color? (y 2)


(Continuación) Ellas a su vez mutan su, por ejemplo, habitual color marrón a anaranjado, para indicar que están listas para el apareamiento. O a negro y anaranjado, cuando ya está unida a un macho, indicando así su indisponibilidad para otros pretendientes.

Como ven, uno para cada momento del ciclo reproductor. Ergo una función, también, social. De comunicación.

Para expresar su estado emocional
Está demostrado que el camaleón también se estresa y, emocionalmente, le afectan la sed, el hambre, la edad, el cansancio, la enfermedad, etcétera. Y todas estas causas le pueden producir cambios notables en el color de su piel.

Unos cambios que realizan en muy poco tiempo, entre veinte y treinta segundos (20-30 s) y que no debemos confundir con la muda de piel que, periódicamente, estos animales realizan. Una frecuencia que es diferente para cada especie y que varía, también, con la edad del individuo y las condiciones ambientales.

Por lo general, esta renovación de la capa más externa, es más frecuente en los primeros meses de vida, para pasar a ser de una o dos veces al año cuando ya son adultos.

Y entre los factores que influyen en mudas precipitadas o con problemas se han detectado: humedad, luminosidad inadecuada o muy cercana, calor extremo, falta de suplementos vitamínicos y calcio, etcétera.

De vuelta con el malentendido
Lo decíamos al principio. En este particular del cambio de color, andaba acertado el sabio Aristóteles. Los camaleones cambian de color por diferentes motivos, pero no para camuflarse. Él ya trae ya puesto su propio traje bioquímico y tiene sus propias técnicas mecánicas de camuflaje.

Otra cuestión es que el cambio de color le haga parecerse más al fondo en el que está. Entonces sí estará más mimetizado, el cambio de color le ayudará a ocultarse, pero no lo habrá hecho por eso. Se habrá tratado de una simple casualidad. Si es que cambia.

Porque lo que yo recuerdo de pequeño, es cómo cogíamos al camaleón y lo empezábamos a poner sobre diferentes superficies, de distintos colores, a la espera del cambio. Y nada de nada, oiga.

Con decepción veíamos que el tiempo pasaba y no se producía ningún cambio o, si lo había, no era para adquirir el del fondo.

Aunque sé que ha pasado. Y que el nuevo color ha coincidido con el fondo, con la consiguiente satisfacción y enorme contento de todos los presentes, al ver que ha sucedido justo lo que se esperaba.

Pero un sucedido favorable no es una prueba científica. Aunque facilita la propagación del mito. Que yo recuerde, nunca vi a un camaleón cambiar al color del fondo donde lo poníamos. Nunca.

Y del por qué al cómo
Para ir concluyendo esta “saga camaleona” y, además, intentar elevar en algo el criticado, por algunos, bajo nivel científico de esta serie de entradas, paso a responder una más que conveniente pregunta: ¿Cómo cambian de color los camaleones?

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