Ésa es la conocida y sentenciosa frase que una de las historias de la Historia, le ha atribuido desde siempre, al desconocido y prolífico matemático griego Euclides (325- 265 a.C.).
Cuentan que la pronunció durante una de sus clases, en la que uno de los alumnos, un joven que se iniciaba en el estudio de la geometría le preguntó, qué para qué servían todas aquellas demostraciones tan extensas y complejas que explicaba.
Que qué era lo que ganaría con su difícil aprendizaje, después de todo.
Al parecer y siempre según la historia, Euclides, hombre de natural amable y modesto, le explicó que la adquisición de un conocimiento, en este caso de geometría, ya era de por sí una ganancia, un valor en sí mismo que no necesitaba recompensa aparte.
Algo que es cierto, y una buena enseñanza por parte del sabio.
Sin embargo no debió quedar muy convencido, de haber logrado el aprendizaje deseado por parte del alumno, ya que se dirigió a uno de sus servidores con la cita que intitula la entrada: “Dale una moneda y que se marche. Lo que…”.
Como tampoco estoy convencido yo, de la veracidad de esta cita-anécdota. Vamos que no me la creo. Y eso que no se puede negar que la cita es lo suficientemente ideal y ocurrente, como para utilizarla de ejemplo ejemplificador (perdón).
Sí, es ideal. Pero, tal vez, lo sea demasiado. Más bien tiene toda la pinta de ser apócrifa, máxime si tenemos en cuenta que la propia existencia del mismo Euclides anda en entredicho.
A propósito de Euclides
Lo poco que sabemos del sabio nos llega a través de Proclo (410-485), el último de los grandes filósofos griegos, quien nos dice que vivió en Alejandría, y poco más. Estarán conmigo que llama la atención, lo poco conocida que es su vida pese a ser, quizás, el matemático más famoso de la Antigüedad. De hecho, sobre su supuesta existencia se manejan tres hipótesis.
Una. Euclides fue un personaje histórico que realmente existió y el único autor de Los Elementos y otras obras atribuidas a él. Luego, una sola persona real.
Dos. Fue el cabecilla de un equipo de matemáticos que trabajando de forma conjunta en Alejandría, escribieron las obras completas (supuestamente) de Euclides, incluso después de su muerte. Es decir real, pero un equipo.
Tres. No fue un personaje histórico real, y las obras fueran escritas por un equipo de matemáticos de Alejandría, quienes tomaron el nombre Euclides de un personaje histórico que sí existió, Euclides de Megara, eso sí, unos cien años antes. Vamos que fue un equipo con nombre de persona.
Bueno, pues ya ven. Cómo para creerse lo de la cita, considerando además que existen otras muy parecidas.
“No hay caminos reales en Geometría”
Cuentan que durante el reinado de Tolomeo I Soter, rey de Egipto, y dado el gran prestigio que Euclides tenía en el ejercicio de sus enseñanzas, el propio monarca le pidió un método fácil para aprender matemáticas.Como ven, más o menos, tres cuartos de lo mismo.
Y mosquea tanta ocurrencia dialéctica, máxime si sabemos también que una situación, demasiado parecida, se atribuye también a Menecmo, como réplica a una solicitud similar por parte, ahora, de Alejandro Magno.
Menecmo (380-320 aC), matemático y geómetra griego, fue discípulo de Platón y Eudoxo y, como Aristóteles, tutor de Alejandro Magno. (Continuará)
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