Los camaleones son una familia de pequeños saurópsidos escamosos, que pueden tener unos doscientos millones (200 000 000) de años de antigüedad y que, efectivamente, cambian de color. Eso es cierto, pero hasta ahí.
Porque no lo es, que lo hagan para mimetizarse con el terreno y pasar desapercibido. Eso es falso. Así que la respuesta al titular es como dice la canción: sí pero no, que no, que no, que dices…
No. No es cierto que los camaleones cambien de color para camuflarse.
Sin embargo, a pesar de ser falsa de toda falsedad, se trata de la peculiaridad más famosa de este intrigante animal que, precisamente, no anda escaso de sorpresas fisiológicas.
Un animal extraño…
Lo es por varios motivos. Desde su fiero aspecto, etimológicamente su nombre significa “león que se arrastra”. O sus abultados ojos, que se mueven independientes uno del otro y en todas las direcciones; una visión estereoscópica que le posibilita vigilar todo su entorno de forma simultánea, aunque esté inmóvil.
Es posible porque sus párpados están unidos entre sí, rodeando por completo al ojo en una estructura de forma cónica que posibilita un campo visual de 360º.
Además, sólo a título de comentario, les diré que sus órganos visuales están también capacitados para “ver” dentro del rango de la luz ultravioleta, más allá de la visible.
Hasta su cola prensil, con la que se cuelga de las ramas a modo de quinta pata. O su lengua musculada y pegajosa, que llega a medir dos veces su cuerpo y mantiene enroscada dentro de la boca. Un arma arrojadiza que puede ser disparada en el momento adecuado y así capturar insectos a una distancia relativamente grande.
Pasando por un cuerpo arqueado y aplanado por los laterales, que no sólo le hacen asemejarse a una hoja, camuflándolo, sino que también le permite equilibrarse. Y unas patas con zarpas y dedos prensiles, únicos en los reptiles, que les permiten asirse a las ramas y permanecer inmóviles durante mucho tiempo.
Una capacidad prensil muy parecida a la de los humanos y los monos. E igual de precavida. Pues este animal, cuando está subido en una rama, de vez en cuando se sacude para asegurarse que está bien asido.
Ya les avisé que es sorprendente este camaleón común, de nombre científico Chamaleo chamaleon. Extraño camaleón.
Bueno, pues por si todo lo dicho fuera poco, los humanos le hemos añadido una interpretación ‘sui generis’ a lo del cambio del color. Que insisto, y perdonen por ello, sí es cierto. Los camaleones cambian de color.
Lo que no es cierto es el motivo que nos hemos imaginado, la causa que lo origina. No cambian de color para camuflarse. Que es algo que puede, de entrada, parecernos lógico y razonable, pero que en realidad no está en absoluto razonado.
No lo está, por la sencilla razón de que no lo hemos comprobado de forma empírica. Y es sabido que el conocimiento cierto, es decir el científico, exige de la experimentación.
…que ya viene camuflado
Si lo piensa bien el color de los camaleones, entre tonalidades marrones y verdosas la gran mayoría de ellos, ya es un buen camuflaje. Aunque depende, claro, del entorno donde viva, esos colores de piel, parecidos a los de hojas y ramas, unido al mucho tiempo que permanece inmóvil y lo lento que efectúa sus movimientos (más lento por el suelo que por las ramas), les hace pasar casi desapercibido.
No. No es fácil distinguirlo.
De modo que lo de la mimetización camaleónica es una inexactitud, fruto de la ignorancia, que con el paso del tiempo se ha ido transmitiendo de una a otra generación. Así es cómo ha crecido la leyenda urbana del camaleón.
Un mito más sobre animales que, como todos, tiene un origen, ¿dónde y cuándo nace éste?
Vaya sorpresa. Yo creía que era por eso. Felicitaciones por entradas como ésta.
ResponderEliminarNo has dicho porque cambian de color.
ResponderEliminarEn ocasiones lo hacen para aparearse, adquieren colores llamativos.
Igualmente también lo hacen para regular su temperatura, oscureciendose cuando necesitan subirla y aclarandose cuando necesitan bajarla.