Ése es el título del cuadro pintado entre 1885 y 1886, por el pintor francés Andre Brouillet (1857-1914). Un artista académico especializado en escenas de género, retratos y paisajes.
Como el que les traigo hoy, cuyos protagonistas son el neurólogo francés Jean-Martin Charcot (1825-1893) y una de las “enfermedades de mujeres” del siglo XIX: la histeria. De ahí su nombre.
Porque, por lo visto, el mal procedía del útero, istera en griego. O sea que era cosa de mujeres. O así al menos lo pensaba el gran Hipócrates y eso, en aquellos tiempos, eran pensamientos mayores.
En los que se creía que el útero era móvil y enfermaba a la mujer si le subía hasta el pecho. Una curiosa percepción de la tal histeria, como un mal femenino, que perduró hasta el siglo XX. Y para el que, durante mucho tiempo, sólo existió un tratamiento.
Los masajes que le daba el médico a la mujer, hasta conducirla al orgasmo y al remedio, momentáneo, de la enfermedad. Hasta que volviera a recaer. No les tengo que decir que ni el término ni el tratamiento se usan ya en el ámbito clínico.
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