viernes, 16 de agosto de 2013

¿Cómo dicen que se puede engañar al alcoholímetro?


Volviendo al estudio realizado por la aseguradora y la fundación ya citadas, ‘Mitos y falsas creencias sobre los controles de alcoholemia’, nos enteramos que no son ni uno ni dos, sino que superan la docena el número de trucos que creemos nos permitirán burlar los controles de Tráfico.

Y no es una anécdota lo que les digo, por desgracia tiene rango de categoría.

Comprendo que es algo difícil de creer en los albores del siglo XXI y en una sociedad como la española, pero es así. Ante situaciones como ésta, adquiere pleno significado la afirmación de que no hay cosa más terrible que ver la ignorancia en acción.

Montando el mito
Los mitos falsos de los que le hablaba van, desde masticar chicle, comer caramelos, chupar granos de café o mascar césped. Hasta beber agua, hacer flexiones, esperar un par de horas o chupar monedas de cobre.

Pasando por beber aceite, tomar pasta de dientes, vomitar y soplar despacio por el alcoholímetro o chupar baterías de litio.

Sin olvidarnos de pegar la lengua al paladar, tomarse dos Almax de golpe o, ahora, mascar granos de café. O, por supuesto, inhalar spray u otros productos "milagro", fumar, dormir u orinar.

Qué les parecen. A que resulta increíble. Pues nada. Hay gente que lo cree. Claro, que como dijo el matador de toros “hay gente pa tó”.

Tan popular y extenso es este listado que se ha realizado, incluso, un ‘top ten’ de estas credulidades falsas. Después les cuento la verdad de la mentira.

Así de curiosos y extraños son los trucos que los españoles bebidos que conducen, emplean al ser parados por la Benemérita. Y lo hacen porque creen que le permitirán evitar el inevitable positivo. Pero no será así.

Son mitos falsos que se mantienen en el tiempo, sólo gracias a la desinformación y la ignorancia. Al desconocimiento de la ciencia. Y es que la ignorancia es osada.

Los números del mito
Pero si las “recetas” resultan extrañas, curiosas y hasta divertidas si quieren, los números que acompañan a este estudio, de divertidos no tienen nada. Son preocupantes. Juzguen ustedes.

Casi la mitad de los conductores españoles (44%) ha oído hablar de la existencia de estos trucos, principalmente por el boca a oído de amigos (73%) y compañeros de trabajo (23%).

Un veinte por ciento (20%) cree en la veracidad de estas tretas para burlar los controles de alcoholemia. Y un diez por ciento (10%) confiesa que ha puesto en práctica alguno o algunos de ellos.

Tremendo por lo que implica.


También sabemos, según el informe, que el perfil del conductor más propenso a aceptar estas credulidades es el de un varón, de 18 a 29 años, que reconoce haber conducido bajo los efectos del alcohol y, utilizar instrumental tecnológico para evitar los controles de alcoholemia.

Terrible por lo que supone.

Del sondeo realizado se desprenden también otros sorprendentes datos. Como que casi un 67% son de la opinión que los controles de alcoholemia no son más que una medida recaudatoria. O que un 35% pone en duda la efectividad científica de los test.

Temible por lo que representa.


Efectos perverso y placebo
En conjunto, los números de más arriba, conforman un preocupante “efecto perverso” sobre un ya grave problema, como es el de los accidentes automovilísticos. Porque bajo el empleo de estos “métodos milagrosos”, para tratar de engañar al alcoholímetro, subyace un perjudicial “efecto placebo”.

Una especie de autoindulgencia y/o autoengaño para los que los utilizan, que les inducen a pensar que, si logran no dar positivo en el control a pesar de haber bebido, eso les faculta para seguir conduciendo.

Ya les dije que la ignorancia es osada y ahora les insisto, es muy osada.

Para empezar, nunca lograrían burlar al alcoholímetro, y perdonen que les insista: se trata de una misión imposible. Pero, si por la razón que fuera así lo hicieran, esos conductores seguirían estando bebidos y sin las condiciones físicas necesarias para una conducción segura.

Es cierto que por la ignorancia nos equivocamos, pero no lo es menos que por las equivocaciones aprendemos. Y ahí está el secreto. En el aprendizaje de que la educación es el descubrimiento de nuestra propia ignorancia.

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