jueves, 4 de julio de 2013

A. EINSTEIN: UNA BIOGRAFÍA. Senectud (II)

Un golpe aparentemente mortal. El fin de la pesadilla cuántica de Einstein pues la argumentación parecía irrefutable y esta vez, Bohr, lo cierto es que se tambaleó.

Desde que tuvo conocimiento de él por la mañana, no le encontraba ningún punto débil.Y se pasó toda la noche en vela. Pero terminó encontrando la solución antes del amanecer.

Paradójicamente estaba en el propio Principio de Equivalencia y se deducía de la misma Teoría General de la Relatividad. Son sorpresas que da la vida. Estas cosas pasan.

Como pasó el tiempo esperando impaciente la hora del desayuno. Un encuentro intelectual en la cumbre física que fue apoteósico. Y en el que Einstein se vio obligado a aceptar la derrota. El Principio de Incertidumbre de Heisenberg era válido.

Había perdido la batalla pero, para él, la guerra continuaba.

Es probable que fuera en uno de estos combates de esgrima cuántica, y tras la enésima vez que Einstein manifestara su conocido: “…Dios no juega a los dados”, que Bohr le contestara con su no menos famoso: “Albert, deja ya de decirle a Dios lo que debe hacer”.

Durante el verano, Einstein, recibió en su casa de Caputh, entre otras personalidades al poeta y filósofo bengalí Rabindranath Tagore (1861-1941).

La llamada de América
El 9 de diciembre de 1930 el matrimonio parte para los EE.UU. Es su segundo viaje (el primero lo realizaron en 1921) y su visita provoca un gran alboroto público.

En el muelle de New York, donde atraca su barco, hay más de cincuenta (50) periodista esperándole.

Entre respuestas evasivas a preguntas realmente estúpidas -un periodista le preguntó: “¿Podría definir la cuarta dimensión en una palabra?”-, Einstein condenó públicamente a Hitler por “vivir sobre el estómago vacío de Alemania”.

El 13 de diciembre, J. Walker, alcalde de New York le entregó las llaves de la ciudad. Con posterioridad marcharon a Pasadena, para visitar el observatorio de Mount Wilson.

Es durante esta visita cuando abandona, de forma oficial, su idea de un universo cerrado y esférico.

Entre el 19 y el 20 de diciembre visitan Cuba. Una visita más.

Como la que realizó a la reserva de los indios Hopi, en el Gran Cañón, Arizona, y la tribu le puso el nombre de Gran Jefe Relatividad. No me digan que no es bueno el título que le dieron.

Durante años el genio conservó el penacho de pluma y la pipa que le regalaron.

A mediados de marzo de 1931 regresan a Berlín. A primeros de abril renuncia a su constante cosmológica. Acepta que, desde una óptica teórica, resultaba insatisfactoria.

Sin embargo el tiempo demostraría su nuevo error. Al menos en parte. Estas cosas pasan también.

El rayo que no cesa
El 23 de mayo de 1931 es nombrado DHC por la U. de Oxford, donde da diferentes conferencias e imparte cursos sobre cosmología y su Teoría del Campo Unificado (TCU).

El 30 de diciembre inicia su tercer viaje a los EE.UU.

En el I.T.C. de California, Pasadena, da seminarios sobre la curvatura del espacio y la expansión del Universo. De estas fechas es la fotografía junto a la pizarra, en la que aparece escrita la fórmula Rik = 0, la forma tensorial de sus diez ecuaciones de campo para la gravitación pura.

De nuevo se deja caer con manifestaciones pacifistas que no gustan en los sectores conservadores del país. Honda preocupación en su anfitrión el físico estadounidense R. Millikan (1868-1953).

En febrero de 1932, desde Pasadena, protesta contra la condena que, por traición, se hace al pacifista alemán C. von Ossietzky.

En abril regresan a Berlín. Desde donde parten, en mayo, a Inglaterra. Nuevas conferencias en Cambridge y Oxford. Aquí vuelve a coincidir con el educador estadounidense A. Flexner (1866-1959), que le ofrece una plaza en Princeton.

Durante el verano, y ya en Caputh, llegan a un acuerdo para que colabore con el Instituto de Estudios Superiores. Tendría que pasar parte del año en el Instituto y el resto en Alemania.

Esa era la idea de la institución.

Pero Elsa tenía otra. No eran de su agrado las condiciones de modo que, para empezar, se encargó de renegociar el sueldo que recibiría.

Al parecer, Einstein había pedido de sueldo anual una cantidad ridícula, por baja. Tan solo unos tres mil dólares (3000 $). Tras la intervención de Elsa, el sueldo pasó a ser de quince mil (15 000 $).

Ah. Y no tendría que empezar hasta el año siguiente.

Donde esté una buena mujer que cuide por uno.


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