Su valor en cada punto coincide numéricamente con el peso de una columna estática de aire de sección recta unitaria, que se extienda desde ese punto hasta el límite superior de la atmósfera.
Una descripción que, analíticamente, nos lleva a la expresión simplificada
que nos permite calcular la presión en función de la densidad (d) del material que realiza la fuerza, la intensidad del campo gravitatorio (g) donde tiene lugar y la altura (h) de la columna.
La primera medición de la presión atmosférica tuvo lugar en 1643 y la llevó a cabo el físico y matemático italiano Evangelista Torricelli (1608-1647), a quien se le atribuye la invención del barómetro.
Por lo que sabemos, diseñó esa experiencia para medir la presión atmosférica atendiendo a una sugerencia que le hizo el propio Galileo Galilei (1564-1642), de quien había sido ayudante en Florencia en 1641.
Llenó una cubeta con mercurio Hg (l), e introdujo en ella y boca abajo un tubo lleno también del mismo metal líquido. Como ya preveía, el mercurio del tubo fue descendiendo hasta que se paró.
Se habían igualado la presión de su interior con la de la superficie del mercurio libre en la cubeta, que era la atmosférica.
Midió la altura del mercurio en el interior del tubo y era de setecientos sesenta milímetros (760 mm). Ése es el valor de la presión de la atmósfera terrestre, el mismo que el de esa columna del líquido metal.
Un método indirecto tan bueno como cualquier otro. Muy listo, nuestro Torricelli.
De la experiencia salió otra unidad para medir la presión atmosférica, la asociada a la de la columna de mercurio de 76 cm de altura y de densidad 13,6 kg/m3. Sustituyendo estos valores:
Aunque utilizamos otras unidades de medida, por ejemplo esos pascales equivalen a una atmósfera (1 atm).
Fue Torricelli quien nos dejó dicho: “Vivimos en el fondo de un mar de aire”. Una imagen gráfica y ajustada al realidad. Muy ingenioso el italiano también.
Sin embargo el ser humano no tomó conciencia de lo alta que es la presión que ejerce el aire atmosférico, hasta unos años después.
Ocurrió en la ciudad de Magdeburgo en el año 1654, y en el marco de un espectacular experimento que llevó acabo el físico y jurista alemán Otto von Guericke (1602-1686).
Se la conoce como los hemisferios de Magdeburgo. Muy relacionado con el concepto de vacío. Horror vacui.
La primera medición de la presión atmosférica tuvo lugar en 1643 y la llevó a cabo el físico y matemático italiano Evangelista Torricelli (1608-1647), a quien se le atribuye la invención del barómetro.
Por lo que sabemos, diseñó esa experiencia para medir la presión atmosférica atendiendo a una sugerencia que le hizo el propio Galileo Galilei (1564-1642), de quien había sido ayudante en Florencia en 1641.
Llenó una cubeta con mercurio Hg (l), e introdujo en ella y boca abajo un tubo lleno también del mismo metal líquido. Como ya preveía, el mercurio del tubo fue descendiendo hasta que se paró.
Se habían igualado la presión de su interior con la de la superficie del mercurio libre en la cubeta, que era la atmosférica.
Midió la altura del mercurio en el interior del tubo y era de setecientos sesenta milímetros (760 mm). Ése es el valor de la presión de la atmósfera terrestre, el mismo que el de esa columna del líquido metal.
Un método indirecto tan bueno como cualquier otro. Muy listo, nuestro Torricelli.
De la experiencia salió otra unidad para medir la presión atmosférica, la asociada a la de la columna de mercurio de 76 cm de altura y de densidad 13,6 kg/m3. Sustituyendo estos valores:
P = d·g·h = 13 600 kg/m3 · 9,8 N/kg · 0,76 m = 101 300 N/m2 = 101 300 Pa
Aunque utilizamos otras unidades de medida, por ejemplo esos pascales equivalen a una atmósfera (1 atm).
1 atm = 760 mm Hg = 101 300 Pa
Fue Torricelli quien nos dejó dicho: “Vivimos en el fondo de un mar de aire”. Una imagen gráfica y ajustada al realidad. Muy ingenioso el italiano también.
Sin embargo el ser humano no tomó conciencia de lo alta que es la presión que ejerce el aire atmosférico, hasta unos años después.
Ocurrió en la ciudad de Magdeburgo en el año 1654, y en el marco de un espectacular experimento que llevó acabo el físico y jurista alemán Otto von Guericke (1602-1686).
Se la conoce como los hemisferios de Magdeburgo. Muy relacionado con el concepto de vacío. Horror vacui.
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