Les hago al tanto de la situación. No creo que nadie haya escapado a ese irritante “momento apertura de bote” en la cocina.
Una lucha a brazo partido con ese bote de cristal conteniendo mermelada, miel u cualquier alimento -que ese aspecto no hace al caso del asunto-, pero con una característica común.
Los muy ladinos se niegan a abrirse, y lo hacen como si tuvieran inteligencia propia e inquina personal contra uno.
Lo que no es. Si se resisten es porque están cerrados así por nosotros, a propósito. Y es que, a efectos de garantizar su consumo, se hace el vacío en su interior.
No son pocos los productos alimenticios con una vida perecedera, a las que esta situación física de vacío ayuda a conservar, hayan sido cocinados o se encuentren en su estado natural.
Envasado al vacío
Como saben, el sistema de envasado al vacío consiste en extraer el oxígeno O2 (g) del recipiente que contiene al producto, aportándole higiene y calidad. Entre sus ventajas se cuentan:a) Evitar la oxidación provocada por el oxígeno contenido en el aire, y por tanto la putrefacción al evitar el desarrollo del microorganismo de los alimentos.
b) Aumentar su tiempo de conservación, pudiendo prolongar su fecha de caducidad en más de treinta (30) días.
c) Conservar su sabor, frescura y textura dado que no hay mermas por pérdidas de líquidos o grasas.
d) Facilitar su compra racionalizada en porciones.
Pero todo tiene una contrapartida. Nada es gratis en el universo.
De vuelta con la dificultad
Una ventaja alimentaria que trae consigo, les decía, una dificultad de apertura. Todo tiene un precio en esta vida. En este caso, el del engorro de abrir el dichoso bote, y a lo que el maldito se resiste de forma tenaz.Una resistencia para lo que cada uno tiene (tenemos) un truco. El suyo propio. Ya saben, cada maestrillo tiene su librillo. Y lo cierto es que no son pocos.
Desde darles unos golpecitos de canto o envolver la tapa en un trapo de cocina mojado en agua caliente.
Hasta pinchar la tapa con un objeto afilado o introducir la parte trasera de una cucharilla o cuchillo y hacer palanca a efecto, en ambos casos, de que entre aire por el orificio o el lateral de la tapa.
Pasando por golpear la tapa o la base del bote contra una superficie dura, o poner el bote debajo del chorro de agua caliente para que caiga sobre la tapa. También está el del abrebotellas. De los mejores que conozco.
Si tienen la amabilidad de contarme el suyo, con gusto le doy difusión. Todo sea por una buena causa.
A propósito de golpear la tapa, me ha venido a la memoria un truco para abrir una botella de vino con un zapato ¿Lo conoce? En breve se la enseño.
Y resuelta esta embarazosa cuestión de naturaleza más bien práctica, me gustaría plantearle otra más teórica. O lo que es lo mismo, pasar de la técnica a la ciencia
¿Qué papel juega el vacío interior del bote en la mencionada dificultad? ¿Por qué cuesta tanto abrir un bote cerrado al vacío?
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